
Por un fútbol más justo
El que delinque es detenido, el que estafa es denunciado, el que agrede es sancionado ¿Y por qué el futbolista tramposo no es perseguido? El juego limpio defendido por la FIFA y los clubes acaba cuando un jugador o un equipo trata de ayudarse de un engaño para beneficiarse, al tiempo que esconde sus propias carencias.
Este pasado fin de semana Gilardino marcaba un gol con la mano dentro del área y, al término del encuentro, aseguraba ante las cámaras que había sido un acto involuntario. Esas mismas cámaras le delataron segundos después, cuando una toma ralentizada dejó claro que Alberto había hecho trampas. Uno de los perjudicados por el gol, el delantero rival Fabrizzio Miccoli, criticó a Gilardino por su actitud dentro y fuera del campo, "nos ha engañado dos veces" aseguró el pequeño talento.
El espíritu del juego limpio va en contra de los tramposos, que han de ser sancionados con todos los mecanismos posibles. Desde hace algún tiempo esto sucede en Italia; en este último caso la Federación ha decidido castigar con dos partidos a Gilardino por su acción, pero como lamentaba Miccoli el daño "ya está hecho".
En España, la situación es bastante peor que en el país transalpino. Aquí, el Comité de Competición no es amigo de rearbitrar los partidos una vez finalizados, por lo que infracciones como las de Agüero o Leo Messi se llevan un injusto premio y un peligrosísimo ejemplo para los chavales, que imitan lo que hacen sus ídolos. Lamentablemente no tenemos asimilado como en Inglaterra, que el público debe silbar al jugador tramposo independientemente del equipo que sea.
El fútbol debería señalar y apartar a los tramposos, que además de engañar al árbitro engañan a todos los amantes del deporte. Mientras no se persiga, no acabaremos con estos estafadores del fútbol que tan complicado se lo ponen a los árbitros. Para hacer su labor más sencilla lo ideal sería introducir ayudas a su trabajo mediante, por ejemplo, el rearbitraje de algunas jugadas en directo por televisión tal y como pedía ayer Fabrizzio Miccoli y ya se hace en tenis, F1, baloncesto o fútbol americano. El objetivo no es otro que lograr un fútbol un poco más justo.


