
Cada día tengo la sensación de que el Real Madrid se aleja más de ser un equipo de fútbol. Es como un Déjà vu, ya tuve esa sensación en la anterior etapa con Florentino como capitán del barco. Se habla de camisetas, de los coches que se regalan a la plantilla, de las lesiones de Cristiano Ronaldo, pero no se habla de fútbol. Pasa a un segundo plano.
Los demás aprovechan para jugar al fútbol, lo esencial en este deporte por si alguno se había despistado. Asi lo sigue haciendo el Barça, lo intenta el Sevilla o lo borda un equipo como el Alcorcón. No hace falta jugar con 11 internacionales y 4 balones de oro, simplemente hay que saber jugar al fútbol. A eso se reduce todo.
Pero el Real Madrid está en una dinámica muy compleja. Los futbolistas parecen no entender de roles o solidaridad, el equipo deambula por el campo y, en el mejor de los casos, desnivela por su calidad. Anoche no fue así. Santo Domingo vio a un grupo de chavales y trabajadores comerse a todo un Real Madrid. Significativo es que dos viejos conocidos de la cantera blanca como Ernesto Gómez o Borja Pérez fuesen viejos conocidos de la cantera blanca. Entre los dos lograron media victoria.
En el Madrid, ni rastro de los pavones. Con los canteranos ya establecidos (Raúl, Casillas, Guti y el regresado ‘ausente’ Arbeloa) parece haber cumplido el cupo. No hay chavales, ni se les espera en el primer equipo. Claro que esto no es culpa de Pellegrini sino de toda una política deportiva que lleva años dando como resultado la exportación de grandes futbolistas para gastar un dineral en fichar a otros que no dan la talla.
La lección que le dio anoche el Alcorcón fue de aúpa. Demostraron que con ganas, esfuerzo, ilusión y algo de calidad -todo hay que decirlo- se puede poner en aprietos a cualquiera. Sucedió entonces que el Madrid se dejó humillar en un partido que pasará a la historia más negra del club. No fue culpa de un jugador, ni de jugadas puntuales. Falló el equipo. El Alcorcón fue muy superior a un Real Madrid que está demasiado perdido.
Por suerte o por desgracia la última vez que el Real Madrid pareció ser algo serio fue con Fabio Capello. Sacó petróleo de un esbozo de equipo, pero se le acabó despidiendo por no jugar bien, por no lograr la ‘excelencia’. A Vicente del Bosque le pasó algo parecido. Juzguen ustedes mismos pero, para jugar excelentemente -lo que hoy en día quiere decir como el Barça- hay que volver a hablar de fútbol. Y nada más.


