Víctor Pérez | Opinión
Ya sabíamos que el Atlético de Madrid es capaz de lo mejor y de lo peor. También sabíamos que el Barça de Guardiola puede hacer cualquier cosa y que los duelos entre ambos son sinónimo de goles y espectáculo. Lo que nadie se esperaba es que el enésimo sueño Atlético se terminara a los diez minutos para vivir una auténtica pesadilla de la que los jugadores, directiva, entrenador y afición tardarán mucho en olvidarse.
Esos tres primeros goles fueron nefastos para un equipo que se había crecido tras sus victorias en la Champions. Tres goles a balón parado son inadmisibiles en tan poco tiempo; sacan a la luz el despiste -o dejadez- no de la defensa, sino de todo el equipo a la hora de defender. Al Atleti le faltó 'raza' en esos primeros minutos.
Una 'raza' que definitivamente perdió con Fernando Torres, porque el 'Kun', por genial que sea, no siente las derrotas del Atleti como le pasaba al 'Niño', o como le pasa a Raúl en el Madrid. Pero, sobre todo, la raza en esos momentos claves se hace necesaria en la zaga y del centro del campo. El problema de Ujfalusi fue que la primera vez que se atrevió a meter el pie le pitaron penalti, así que decidió no volver a arriesgar. Y el resto de la defensa decidió abrirse cada vez que los de Pep atacaban, cuando el Barça invita a cerrar y juntar las líneas. Fue un KO en toda regla, que continuó con el cuarto de Etoo y el quinto de Gudjohnsen en media hora.
El destino ha querido que los rojiblancos se jueguen la revancha o el descalabro ante el Real Madrid, en el Calderón. Pero todavía la derrota escuece, como han demostrado el 'presi' Cerezo y el míster Aguirre. Cerezo con sus mil perdones y el mexicano asumiendo toda la responsabilidad de un partido que perdieron los jugadores en diez minutos. Al menos son honrados.