Opinión — 8 de junio de 2012 | 18:08

La Eurocopa de Delauny y Siwiec

Un texto de

Quizás, después de todo, el fútbol sea algo más que un juego. Llega el verano y el balón se instala en una Europa divida, sumida en una salvaje crisis económica sin aparente final, deseosa por olvidar por unos días el horror de unos tiempos en los que escasea la esperanza de un futuro mejor. Como medio siglo atrás. Quizás, para ser justos, algo mejor. Lo demuestran la memoria de dos héroes casi olvidados a los que también pertenece esta Eurocopa: Henri Delauny y Riszard Siwiec.

El mejor torneo del fútbol mundial ya estaba en la cabeza de Henri Daleauny a mediados de la década de los años veinte. Tras colgar las botas y el silbato, Daleauny había pasado a los despachos para levantar las estructuras del fútbol moderno. Levantó junto a Jules Rimet la Copa del Mundo, pero apenas recibió apoyos para formar el campeonato europeo de países y murió en 1955 como secretario general de la recién creada UEFA sin haber presenciado una Eurocopa que, desde entonces, lleva su nombre en el trofeo que recibe el ganador.

Nacido a principios del siglo pasado, Ryszard Siwiec fue un hombre comprometido.  Graduado en filosofía, decidió enrolarse en la Armia Krajowa, un movimiento de resistencia que trataba de combatir al Ejército de ocupación nazi en Polonia. Despareció Hitler y llegó el comunismo a Europa oriental. Siwiec tampoco comulgaba con aquellas ideas totalitarias de la Unión Soviética, así que se negó a adoctrinar en sus clases  y se buscó un trabajo como contable. En sus ratos libres crió pollos, se dedicó a la jardinería y a su mujer, con la que tuvo cinco hijos. Pero nada era suficiente para sofocar sus pulsiones. Buscaba justicia.

El aplastamiento de la Primavera de Praga fue la gota que colmó su paciencia. Las tropas del Pacto de Varsovia -Unión Soviética, Hungría, Bulgaria y Polonia- invadieron Checoslovaquia, que trataba de liderar una salida del comunismo más radical a un socialismo más abierto. Siwiec decidió entonces que tenía que hacer algo para concienciar a sus compatriotas. Lo haría con su propia vida como hizo constar en una nota de adiós:

«Escuchad mi grito, el de los grises, el de los hombres comunes, el hijo de las personas que aman la libertad de los demás por encima de todo, incluso sobre sus propias vidas ¡No es demasiado tarde para arrepentirse!»

Siwiec se deplazó en tren a Varsovia y durante el trayecto escribió una emotiva carta  de despida a su esposa que sería interceptada por el Servicio de Inteligencia. La misiva llegó a las manos de su esposa 22 años después de su muerte.

«No llores. Estoy seguro de que era el momento para el que viví durante 60 años. Lo siento, no podía ser de otra manera. Después de esto no debería morir en vano la verdad, la humanidad, la libertad. Recuerda que es menos terrible que la muerte de millones de personas»

Ryszard Siwiec se prendió fuego en el Estadio Nacional de Varsovia el 8 de septiembre de 1968 ante más de 100.000 personas. La fiesta de la cosecha era un evento propagandístico del regímen, que hizo lo imposible por tapar el suicidio de Siwiec. Extienderon el rumor de que era alcohólico y  desequilibrado mental, pese a que el vídeo que recogía el incidente mostraba a un hombre que mantenía la compostura tras quemarse a lo bonzo entre la algarada del resto de la grada. Ryszard murió cuatro días más tarde en el hospital al no poder recuperarse de las quemaduras de primer grado en su cuerpo. No está claro, aunque parece improbable ante la opacidad informativa del regímen comunista, que Jan Palach tomase su ejemplo al inmolarse cuatro meses más tarde en una céntrica plaza de Praga y cuyo funeral sirvió para recrudecer las protestas contra la ocupación comunista.

La fiesta del fútbol europeo arranca precisamente sobre el mismo lugar en el que ahora se levanta el estadio Nacional de Polonia. Un obelisco recuerda en uno de los accesos que la muerte de Siwiec no fue en vano. Polonia y toda Europa han avanzado en las últimas décadas en todo tipo de libertades, aunque vuelven a presentarse motivos para la preocupación. Políticos como en Ucrania y, sobre todo, económicos en un problema que ha recortado el bienestar de muchos en países como Grecia, Irlanda, Portugal o España y que también ha golpeado al fútbol con extrema dureza.

«Ganar la Eurocopa no soluciona los problemas de España», advirtió Vicente Del Bosque, hombre cabal, antes de partir hacia Polonia. Quizás el fútbol no sea tan importante después de todo.

Víctor Pérez

Víctor Pérez es periodista. Licenciado en Periodismo y Comunicación Audiovisual por la Universidad Carlos III, fundó en 2001 FIFA-Champions para organizar torneos internacionales online del popular videojuego de EA Sports. Desde 2003 trabaja en el desarrollo de esta web como plataforma de información deportiva, que ha llegado a tener su propia revista interactiva, radio online y foros con una comunidad de más de 10.000 miembros. Durante los últimos tres años ha trabajado en la sección de deportes del diario ABC

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