Opinión — 20 de junio de 2012 | 11:38

Una visión poco romántica de la Supercopa de España

Un texto de

Puede que la visión sea poco romántica, pero el deporte se convirtió hace mucho tiempo en un negocio y, como tal, está condenado a la globalización.  Así ha sucedido con el resto de la industria del entretenimiento: desde el cine hasta la música, desde los best-seller hasta las series de televisión. De ahí que jugar la Supercopa de España en Pekín fuese tanto o más natural que disputarla en Cuenca.

Ni al más ingenuo se le ocurriría criticar a Nadal, Contador, Federer o Lance Armstrong por su falta de patriotismo porque generan la mayor parte de sus ingresos fuera de casa. El tenis y el ciclismo se convirtieron en fenómenos de masas internacionales varias décadas atrás y, a la vista de los resultados, no les ha ido del todo mal. El futuro del fútbol pasa por el mismo camino. Los goles del Real Madrid se cantan tanto en España como en China, y no por casualidad.

La historia reciente demuestra que exportar un deporte es, cuanto menos, complicado. El fútbol americano es, con amplia diferencia, el deporte rey en Estados Unidos. Lo confirman los datos de asistencia a los estadios, los espectaculares ingresos por publicidad y, por supuesto, la televisión: la «Super Bowl» aparece diez veces en la lista de los veinte programas más vistos en la historia del país. Pero es un deporte prácticamente local, con mínima o nula exposición en otros países, de ahí que la NFL lleve varios años intentando exportar su producto lejos de casa.

Tras unos tímidos intentos en México y Canadá, la NFL ha apostado muy fuerte por el mercado europeo. Pretende instalarse conquistando Londres, donde se disputa desde hace cinco años un partido de la liga regular. Nada de giras o trofeos veraniegos intrascendentes. Un lujo para los espectadores europeos -todavía muy minoritarios- pues el calendario regular se compone de solo 16 partidos. La asistencia en Wembley no ha bajado nunca de los 75.000 espectadores, pero la NFL quiere más. Durante las tres próximas temporadas los Rams jugarán uno de sus ocho partidos como local en el campeonato en el estadio de Wembley con la idea de formar las raíces de un equipo -o de al menos una base de seguidores- europeo. La NFL ha confirmado que si funciona este experimento tratarán de llevar más partidos y más equipos al continente europeo.

La negativa del público

Nadie dijo que fuera fácil, claro. Exportar una competición deportiva implica llevarla lejos de casa, lo que normalmente conlleva un evidente rechazo por parte del público. Más notorio en España porque apenas nadie se ha preocupado en mimar al espectador local como sucede en Inglaterra y, sobre todo, en Alemania. Allí los estadios llenos son una constante por el esfuerzo de la Liga en modernizar la competición por dentro y por fuera. Ayudó la renovación o construcción de recintos para el Mundial de 2006 pero también ha colaborado la Bundesliga con unos horarios claros y concisos que se conocen con semanas de antelación para facilitar unos viajes que, además, suelen estar rebajados respecto al precio habitual.

Quizás la Liga española sea mejor sobre el césped, pero hace aguas en los despachos. Los horarios castigan a los aficionados y la televisión genera cada temporada más desigualdad entre grandes y pequeños. Un flaco favor para presentar un producto competitivo en el extranjero; un paso más hacia la Liga Europea y la desaparición de los equipos locales. Por fin, la temporada pasada, se disputaron algunos partidos en horarios diurnos para favorecer al mercado asiático. Pero eso no será ni mucho menos suficiente. Y sería un error centrarse solo en el mercado asiático, al alza pero siempre una incógnita a la hora de la verdad. El mercado americano es una realidad, tanto en su vertiente hispana como la anglosajona. Será imposible, sin embargo, vender un producto tan poco emocionante como el fútbol español en el que la competición está decidida desde el minuto uno.

El beneficio de exportar el fútbol español, tan reacio a los cambios, a otro país es incalculable. La Federación acordó 30 millones de euros por mudar a Pekín la Supercopa en cinco de las próximas siete ediciones, pero las posibilidades son increíblemente mayores en cuanto a unos patrocinadores que ahora no se atreven a invertir en lo que solo es una moda pasajera cada verano. Si las empresas entienden nuestro fútbol viaja allí para quedarse y abrir mercado los acuerdos fluirán, con grandes y pequeños, para beneficio de una Liga condenada a renovarse o morir. De momento gana la segunda opción gracias al mandato de Real Madrid y Barcelona.

Víctor Pérez

Víctor Pérez es periodista. Licenciado en Periodismo y Comunicación Audiovisual por la Universidad Carlos III, fundó en 2001 FIFA-Champions para organizar torneos internacionales online del popular videojuego de EA Sports. Desde 2003 trabaja en el desarrollo de esta web como plataforma de información deportiva, que ha llegado a tener su propia revista interactiva, radio online y foros con una comunidad de más de 10.000 miembros. Durante los últimos tres años ha trabajado en la sección de deportes del diario ABC

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