El fútbol en Sevilla es cosa de dos, imposible la neutralidad a orillas del Guadalquivir porque nadie escapa a una rivalidad que se vive con una inmensa pasión a todas horas. Sevilla y Betis se enfrentan cada día en los patios de colegio, donde niños no suenan con Cristiano Ronaldo o Messi sino con convertirse en el próximo héroe de su equipo; el derbi hispalense se discute en las tabernas porque el fútbol no descansa a la hora de comer y la batalla se extiende incluso sobre el río en una regata con más de 40 años de historia. El derbi es Sevilla.
La rivalidad es eterna porque el Betis nace a partir de una escisión del Sevilla Fútbol Club a principios del siglo pasado. Desde entonces pelean y se comparan como hermanos, hasta el punto de que el derbi se considera como una especie de título que decide año tras año cuál es el mejor equipo de la ciudad. Las riñas, los piques y la guasa se prolongan durante los doce meses aunque los equipos ni siquiera compitan entre sí, como sucede ahora con el Betis en Segunda División.
Duelo en el agua
El derbi hispalense durante años fue una lucha de clases porque el Sevilla era percibido como el equipo rico de la ciudad y el Betis tenía el apoyo masivo del proletariado. Como en tantos otros sitios los años han diluido esas diferencias y por desgracia la rivalidad a menudo ha ocupado portadas en todo el mundo por los enfrentamientos violentos entre los más radicales.
La historia habla notablemente a favor del Sevilla, que además en los últimos años además presume ante su vecino por la conquista de tres títulos de la Europa League mientras el Betis, en una delicadísima situación económica, se ha visto obligado a luchar en el barro de la Segunda División. Pero eso no le quita un ápice de pasión a un derbi que cada año se disputa también en forma de regata sobre el Río Guadalquivir con dos embarcaciones de remo llamadas ocho con timonel en las que reman 8 remeros y un timonel.
Sevilla es diferente por todo esto y mucho más, increíble la estampa de la unión de las dos aficiones en el dolor por la triste marcha para siempre de Antonio Puerta y Miki Roqué, que seguro mantienen vivo allá donde estén uno de los derbis más apasionantes del mundo.
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