Fútbol Internacional — 25 de junio de 2009 | 12:02

Brasil, la reconstrucción de un campeón

Un texto de

 

Eduardo Patiño

“Había jugadores que llegaban a la concentración borrachos entre las cuatro y las seis de la mañana”, reconoció Ricardo Teixeira, presidente de la Confederación Brasileña de Fútbol, tras ser cuestionado por la prematura eliminación de Brasil durante el pasado Mundial de Alemania.

 

La pésima imagen ofrecida por la Canarinha, conducida por Parreira, durante la cita mundial de 2006, obligó al máximo organismo del fútbol brasileiro a colgar el cartel de cerrado por reformas. Para llevar a cabo la reconstrucción de un nuevo proyecto, que eliminara de un plumazo los brotes de vanidad de un grupo sin ilusión y plagado de estrellas, se pensó en Carlos Dunga, el último obrero que guió a Brasil hasta el olimpo de los dioses. 

 

Tres años después, la selección ha experimentado ese lavado de cara que en su día se le exigió a Dunga. Su exitoso debut en la Copa América a cargo de un equipo rejuvenecido, en el que solo repitieron convocatoria seis de los señalados en Alemania, le concedió la tranquilidad necesaria para afrontar con garantías la segunda fase de la reconstrucción.

 

El objetivo era crear un bloque, un equipo rejuvenecido, alrededor del núcleo duro de veteranos: Lucio, Juan, Gilberto, Kaká. La decepción sufrida en los pasados Juegos Olímpicos de Pekín, pese a conseguir el bronce, fue el detonante para que Dunga fuera esbozando su nuevo proyecto: adiós a las estrellas en favor del colectivo.

 

Aún liderando su grupo de Clasificación para el Mundial, el estilo Dunga no se ha salvado de las críticas de los aficionados. Su forma de ver el fútbol, más ligada al orden y la disciplina táctica que al tradicional ‘Jogo Bonito’, le ha servido para imponer una seguridad defensiva, hasta ahora, nunca vista en el fútbol brasileño.

 

Un solo gol encajado en los últimos nueve partidos disputados en tierras americanas así lo atestiguan. Si existe una virtud que hay que reconocer a Dunga es haber cambiado radicalmente el look de este equipo, tanto dentro como fuera de los terrenos de juego. Lejos, por lo menos de cara a la galería, queda ya esa imagen de ‘fútbol anárquico’ que resolvía los partidos gracias a la inspiración de sus cracks.

 

Pese a que Brasil está demostrando ir de menos a más en esta Copa Confederaciones, su verdadero examen será el próximo verano, en el Mundial de Sudáfrica. De momento, ha conseguido vencer sin despeinarse en los tres partidos disputados hasta la fecha. Sufrió pero venció ante Egipto con el penalti transformado por Kaká en el último minuto, no tuvo problemas ante EEUU y mostró su mejor imagen ante una débil Italia.

 

Vence pero no convence, Brasil sigue a su ritmo, ofreciendo pinceladas sueltas de su calidad pero sin ofrecer el espectáculo que se le presupone a una selección del prestigio de la canarinha.

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