Que Angela Merkel apueste por una victoria del Bayern en la final de la Liga de Campeones parece algo más que una cuestión de orgullo nacional. En el Allianz se enfrentarán dos maneras de entender y gestionar el fútbol. El férreo control del gasto de los bávaros frente al ingente gasto económico que caracteriza la gestión del oligarca ruso Roman Abramovich en el Chelsea. Casi como si Milton Friedman y John Keynes se vistiesen de corto en Múnich, aunque esa sea otra batalla bien distinta.