El fútbol tiene algo de novela negra y apareció a borbotones en el Bernabéu para marcar el epílogo del Real Madrid, superado por la puñalada de un verdugo tan anunciado como inesperado, el chico de la cantera, Álvaro Morata, un tipo que se marchó por la puerta de atrás porque nadie se atrevió a apostar por él y ha terminado, a su pesar, dejando al equipo de sus amores sin el partido más soñado, el clásico de los clásicos, un Madrid-Barça en la final de la Champions. La bala de Morata resultó mortal para el Real Madrid, superado por los acontecimientos de una eliminatoria que se ha llevado por convencimiento la sorprendente Juventus de Turín. Esa en la que nadie, o casi nadie creía. La novia perfecta para Morata.
Diría Boskov que el fútbol tiene estas cosas. En plena pretemporada La Juventus de Turín se vio obligada a buscar sustituto para el banquillo tras el portazo de Conte y se entregó a los brazos de Massimiliano Allegri en contra de los deseos de una afición a la que ha tenido que ganarse de cero por su pasado milanista. En Italia casi nadie dudaba, pero en Europa resultaba imposible encontrar a alguien que confiara en esta Juventus, a la que muchos daban por jubilada tras la salida de Conte por la edad de sus grandes mitos, como Gigi Buffon o Andrea Pirlo, más cerca de los cuarenta que de la treintena. Nadie creía en la Vieja Dama de Italia cuando emergió ese chico de Madrid llamado Álvaro Morata, un personaje diminuto al lado de los Cristiano, Messi, Suárez, Lewandowski, Agüero y compañía. Salvo los propios italianos, muy pocos pensaron que serían capaces siquiera de competir en una semifinales de la Champions contra los tres gigantes en liza, mucho menos cuando el oponente resultó el Real Madrid. Pero Italia, la Juventus, es enormemente competitiva. Y se ganó a pulso el derecho a jugar por conquistar la Copa de Europa en Berlín.
La remontada del Real Madrid, como tantas otras, murió en el segundo acto. Al principio cumplió con buena nota, ahogando la salida de balón de Pirlo y compañía a la vez que buscaba la meta de Buffon hasta la saciedad. Un martillo constante con escaso acierto. De hecho el gol blanco llegó desde los once metros, con un penalti cometido por Chiellini sobre James que transformó Cristiano Ronaldo. Faltaba la pegada pero sobraba el resto, excelente Benzema para desarticular a los zagueros italianos, notable Bale en el esfuerzo para ayudar y cerrar todos los huecos, destacable durante un buen tramo la medular del buen toque con Kroos, Isco y James a la cabeza.
Gaseosa blanca
El temporal no desfiguró a una Juventus trabajadísima, extraordinario el trabajo de Antonio Conte a la hora de construir el equipo y fenomenal la aportación del comedido Allegri, que ha dejado una Juventus un pelín menos atrevida pero más madura. Un cambio poco estético pero tremendamente funcional como se demostró en la segunda mitad, cuando el Real Madrid salió de los vestuarios como ya cansado de la remontada, impreciso en el reparto de juego y tibio arriba. Lo justo para que la Juve tomase aire y buscase su oportunidad, por supuesto, en una jugada a balón parado concedida sinsentido por Sergio Ramos. Andrea Pirlo, lejos del mejor Pirlo, colocó un buen balón en el área que despejó como pudo Casillas hacia la posición de Vidal, que devolvió la pelota al área donde estaba Pogba que aguantó la embestida de Ramos y pudo peinar para Morata. El gol llegó a cámara lenta, control, derechazo y mano inútil de Casillas.
El zarpazo de Morata resultó una losa más terrible para el Real Madrid de lo que se podía esperar. Los blancos, como sucedió en Turín, se vieron superados por los acontecimientos, como petrificados al darse cuenta de que era cierto que podían quedarse sin disputarle la final al Barcelona. El Madrid se evaporó. Durante la última media hora el equipo recurrió a lo que tuvo a mano. A la épica, al revulssivo de Chicharito. Nada funcionó. La Juventus, agazapada atrás, crecía por momentos y estuvo a un palmo de sentenciar con un remate de Marchisio que despejó con acierto Casillas, marcado por una bochornosa falta de saque cuando intentaba sacar de banda en los instantes finales que más de uno no le perdonará. Aquello no era más que una anécdota, igual que el artificial reférendum montado desde dentro y desde fuera sobre Casillas, igual que el clásico anticipado de Berlín que jamás llegó. Lo que llegó fue Morata, la Juventus, que mantiene las opciones intactas de ganar el triplete. Y nadie daba un duro por ella.
Ficha técnica
Real Madrid: Casillas; Carvajal, Varane, Sergio Ramos, Marcelo; Kroos, James, Isco; Bale, Benzema (Chicharito, m. 66) y Cristiano. No utilizados: Navas, Illarra, Pepe, Coentrao, Arbeloa, Jesé.
Juventus: Buffon; Lichtsteiner, Bonucci, Chiellini, Evra; Pirlo (Barzagli, m. 78), Marchisio, Pogba (Pereyra, m. 88), Vidal; Morata (Llorente, m. 83) y Tévez. No utilizados: Storari, Kingsley Coman, Llorente, Padoin, Sturaro.
Goles: 1-0. M. 22. Cristiano (penalti). 1-1. M. 56. Morata.
Árbitro: Jonas Eriksson. Amonestó a Isco y James, del Madrid, y a Tévez y Lichtsteiner, de la Juventus.
81.000 personas en el Santiago Bernabéu.