A los 22 años Zinedine Zidane era un desconocido salvo para los parabólicos y los sufridos hinchas del Betis, todavía una simple promesa del fútbol francés en las filas del Girondins de Burdeos, imposible llegar a adivinar lo que iba a dar que hablar esa coronilla de oro. Con esa misma edad Michel Platini todavía militaba en el Nancy y aún estaba lejos de ser el mejor Platini, Franck Ribéry daba tumbos por el fútbol turco y Jean-Pierre Papin lograba un contrato decente tras un buen año en la segunda división francesa. A las mismas alturas de la película Paul Pogba suma ya tres títulos de la Serie A italiana, ha sido nombrado mejor jugador joven en un Mundial y ya ha estado en la preselección de finalistas candidatos al Balón de Oro. Reflejo de un fútbol de otra época pero también de la enorme clase de un talento precoz por el que esta noche pasan buena parte de las opciones de la Juventus de Turín de regresar a una final de la Champions League doce años después, aunque para ello debe lograr conservar una renta mínima ante el Real Madrid en el Santiago Bernabéu.
Las libretas de media Europa apuntan a Pogba, cotizadísimo como pocos y motivo continuo para el alboroto del mercado de fichajes ante la impresión de que un equipo grande puede desembolsar un maletín enorme para fichar al francés. «Cuesta más de 100 millones de euros», se frotaba las manos hace unos meses su representante, el famoso Mino Raiola, mientras desde Inglaterra se da por hecho que volverá a Manchester para jugar en el City y en Francia ya le visten con los colores del PSG.
«No somos un club vendedor», respondía a través de la televisión italiana Beppe Marotta, estratega en la sombra de esta Juventus, que cuenta en el vestuario con dos leyendas como Buffon y Pirlo y varios jugadores de un altísimo nivel como Arturo Vidal o Claudio Marchisio, pero ninguno con la proyección del «pulpo» Pogba, llamado a liderar la generación que jubilará algún día a los inalcanzables Cristiano Ronaldo y Leo Messi.
Margen de mejora
A Pogba no le asustan los retos. Lo demostró con su salida del Manchester United cuando solo era un chaval y sentía que no tenía los minutos que merecía pese a sus extraordinarias exhibiciones con los juveniles. Paul decidió dar el salto hace dos años y medio a Turín para jugar en una Juventus donde ha madurado. Casi todos los comparan con un monstruo como Patrick Vieira, pero Pogba tiene más voluntad ofensiva y una mayor clase técnica. «No tengo ninguna duda de que puede ganar el Balón de Oro», ha llegado a sostener Pavel Nedved.
Cualidades le sobran. Es un talento único con un físico envidiable que no tiene problemas a la hora de jugar sin balón y en el ataque es un arma brutal por su fortaleza y su peligroso disparo desde lejos, que recuerdan al mejor Paul Scholes o al Lampard de años atrás. Roba balones con sus piernas descomunales, tiene habilidad para construir y reparte sin contemplaciones en corto o en largo, unas cualidades que ha pulido en Turín al lado de los mejores, del talento infinito de Pirlo, la técnica de Marchisio o la intensidad de Vidal. Pogba es una esponja que lo absorbe todo, también durante los partidos, y si está en buenas condiciones acaba los partidos con una entereza asombrosa, algo que en principio no sufrirá el Real Madrid porque acaba de salir de una larguísima lesión. Según el técnico de la Juve a día de hoy solo está para 60 o 70 minutos, pero aún así entra en todas las quinielas como titular.
«Lo que más me gusta de Pogba es que es un futbolista inteligente. Tiene los pies en la tierra», ha comentado sobre él otro mito como Gigi Buffon, que en la previa también se encargó de tirar flores al cuestionado Casillas. Pogba asume la responsabilidad como un líder, como lo era cuando jugaba con solo seis años en la pequeña academia US Roissy de la pequeña Roissy-en-Brie, un suburbio al este de París. «Era de los que lloraba cuando perdía», reconocía uno de sus primeros entrenadores en conversación con The Guardian antes del Mundial.
Pogba todavía no ha perdido esa ambición desmedida por ganar, algo que le ha granjeado más de un problema disciplinario, pero aunque su peinado diga otra cosa no es un imán para los problemas, nada que ver con casos como el de Mario Balotelli. Pogba, como buen líder, ha aprendido que el respeto de los compañeros es imprescindible para convertirse en el jefe dentro de un vestuario. Y a día de hoy es el alma del de la Juventus, el tipo que pone la música y el baile cuando es necesario, siempre con la sonrisa en la boca y habitual de las bromas a sus compañeros. «Es un guerrero con buen espíritu», resume con acierto Deschamps, hoy seleccionador nacioonal.
Eso sí, el francés todavía es un talento irregular, a veces incapaz de salir a flote en los momentos decisivos, especialmente en una selección francesa donde comienza a tener una gran responsabilidad. «Hablamos de un fenómeno en potencia, pero todavía tiene margen de mejora», ha explicado sobre él Allegri. El del Bernabéu será un reto mayúsculo para el pequeño de la futbolera familia Pogba -sus dos hermanos mayores también son profesionales- que todavía busca crecer sobre el césped para convertirse en el mejor. Impedírselo suena a misión imposible.
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