El terremoto continua en la FIFA después de la sorprendente dimisión de Blatter, imposible desvincular la sombra de la corrupción a una institución «podrida» en palabras de la fiscalía estadounidense, que acaba de hacer pública la declaración de culpabilidad de Chuck Blazer, durante años presidente de la CONCACAF y también miembro del Comité Ejecutivo, que ha colaborado con el FBI durante los últimos meses para desmontar la trama de sobornos, chantajes y blanqueo de dinero en lo más alto de la pirámide del fútbol mundial.
«Estuve de acuerdo con otras personas en aceptar un soborno en relación a la elección de la sede del Mundial de 1998», ha testificado Blazer en relación a un proceso en el que solo llegaron a la votación las candidaturas de Marruecos y Francia. Aunque el exdirectivo no lo detalle, parece que en su caso el soborno procedía de la candidatura marroquí a la vista de los documentos ya filtrados por la Fiscalía estadounidense, que aseguran que Blazer votó a favor del país africano.
Blazer también ha confesado el cobro de sobornos en el proceso que convirtió a Sudáfrica a organizar el primer Mundial de la historia disputado en territorio africano. «A principios o alrededor del 2004 y hasta el 2011, yo y otros miembros del comité ejecutivo de la FIFA acordamos aceptar sobornos en conjunción con la elección de Sudáfrica como nación sede de la Copa Mundial del 2010», explica en su declaración
Blazer también apunta al cobro de comisiones ilegales y sobornos en relación con la Copa de Oro, el gran torneo continental que organiza la CONCACAF, la confederación que agrupa a los países de América del Norte, América Central y las islas del Caribe. En este caso los pagos irían vinculados a los contratos de los derechos de retransmisión, una parte fundamental de los ingresos de la FIFA.
El testimonio de Blazer salpica las elecciones de los Mundiales de Francia’98 y Sudáfrica’10 en un caso que parece no tener límites porque la investigación ya se ha extendido a la designación de Rusia y Qatar como sedes de las dos próximas ediciones de la Copa del Mundo y no se descarta que ocurra lo mismo con el Mundial de Alemania 2006 y con el de Corea y Japón de 2002, sobre el que siempre han planeado las sospechas de un trato de favor sobre el césped a la selección de Corea del Sur, que sorprendentemente llegó a las semifinales de aquel torneo.
La confesión abre de Blazer, que llegó al segundo escalafón dentro de la organización de la FIFA, abre una grieta en un barco sin rumbo ni capitán arrastrado por una fuerte marejada de casos de corrupción que se ha llevado por delante a Blatter después de 17 años y de la que todavía se desconocen sus consecuencias. Los problemas de la FIFA ni empezaron ni van a terminar con Blatter.