La inesperada dimisión de Joseph Blatter cuatro días después de ser reelegido por el congreso de la FIFA abre un panorama incierto en el máximo organismo del fútbol mundial, que en los próximos meses deberá afrontar un difícil proceso de renovación en medio de las sospechas y acusaciones de toda una red de corrupción generalizada entre sus máximos dirigentes que se ha prolongado durante las últimas tres décadas. Cambiarán las caras, los discursos y probablemente habrá que afrontar un profundo debate sobre la situación de los Mundiales de Rusia y Qatar, que sin Blatter pierden un apoyo fundamental hasta ahora, lo que abre una posibilidad remota pero real de que se repita el proceso de votación de las sedes de las Copas del Mundo de 2018 y 2022. Demasiadas preguntas sin resolver.
¿Quién será el próximo presidente de la FIFA?
Queda todavía un mundo para que el cambio sea efectivo porque los estatutos obligan a esperar -como mínimo- cuatro meses antes de celebrar unas nuevas elecciones a la presidencia, aunque ya han salido a la palestra una docena de posibles aspirantes al trono que ha ocupado Blatter durante los últimos diecisiete años. El sistema de votación es simple, pero la elección resulta extremadamente compleja. Eligen 209 federaciones -número que supera ampliamente las naciones reconocidas por la ONU- cuyo voto vale exactamente lo mismo, de manera que el apoyo de la federación alemana es tan importante como el de Yibuti o el de las Islas de Santo Tomé y Príncipe.
Aunque la votación es secreta, la mayoría de los votos vienen condicionados por la posición de cada confederación, lo que en la práctica se traducen en una votación por bloques que resulta fundamental para entender cómo pudo ser elegido Blatter en cinco ocasiones. El suizo supo aglutinar los votos de los países africanos, la mayoría de los asiáticos y buena parte de los votos de los países de centroamérica y del Caribe, epicentro de los casos de corrupción y sobornos que actualmente investiga el FBI. La prensa anglosajona, además, pone el foco en el programa GOAL que él mismo puso en marcha y destina fondos de la FIFA a crear infraestructuras en los países menos desarrollados, lo que bajo una política personalista puede llevar a esas federaciones a sentirse en deuda con el presidente de la institución.
Distribución de votos por Confederaciones en el congreso FIFA
-UEFA (Europa): 53 votos.
-CAF (África): 54 votos.
-CONCACAF (América del Norte, Centroamérica y Caribe): 35 votos.
-CONMEBOL (Sudamérica): 10 votos.
-AFC (Asia y Australia): 46 votos
-OFC (Resto Oceanía): 11 votos.
En la última votación Blatter sumó 133 votos por los 73 príncipe jordano Ali bin Al-Hussein, que contó con el apoyo de la mayoría de los países de la UEFA (salvo España, Francia y Rusia), el bloque de la CONMEBOL, más algunos votos dispersos como los de Nueva Zelanda, Australia, Estados Unidos y Canadá.
Una de las grandes incógnitas gira en torno a si Blatter intentará impulsar a alguno de sus hombres de confianza a la votación, algo que a priori resulta improbable pero no imposible. Durante un tiempo se llegó a especular con que su elegido era Ángel María Villar, presidente de la RFEF, que le ha apoyado sin fisuras hasta al final. Sin embargo, las sospechas de corrupción y las acusaciones del intercambio ilícito de apoyos entre la candidatura qatarí de 2022 y la ibérica de 2018 le dejan al margen de cualquier carrera presidencial.
Si Blatter no impulsa a ningún aliado la batalla será mucho más abierta, pero si alguien de su órbita con un perfil más o menos limpio decide entrar en la campaña el panorama podría parecerse bastante a lo sucedido en el congreso de Zúrich, con dos bloques claramente diferenciados y, a día de hoy, es evidente que las federaciones que abogan por el cambio están en minoría.
Posibles aspirantes
-Michel Platini. A priori el candidato más sólido del bloque europeo parece Michel Platini, actual presidente de la UEFA y gran favorito en la mayoría de las casas de apuestas. Sin embargo, su candidatura tiene tres problemas muy difíciles de resolver. Para empezar su enemistad declarada con Blatter, al que llegó a exigir su dimisión, por lo que no recogerá los votos de los países más próximos al dirigente suizo que hoy por hoy son mayoría.
En segundo lugar porque su imagen no está inmaculada: fue uno de los miembros del Comité Ejecutivo que votó por Qatar como sede del Mundial 2022 y uno de sus hijos trabaja para una empresa satélite de Qatar Sports Investments (QSI). Y, por último, Platini tendría que convencer a los bloques asiáticos y africanos de que sus promesas de cambio no implicarán una europeización de la FIFA.
-Ali bin Al-Hussein. El príncipe jordano, presidente de la federación de Jordania y hasta el pasado viernes vicepresidente de la FIFA, parte con la ventaja de haber enarbolado la bandera del cambio contra Blatter en las pasadas elecciones, en las que llegó a recabar más votos de los esperados con una fuerte campaña en la que exigía responsabilidad y prometía defender los derechos humanos, otro de los problemas a los que se enfrenta la organización por las acusaciones que vienen desde Qatar ante la situación de los inmigrantes que trabajan en la construcción de los estadios e infraestructuras
Sus apoyos vienen mayoritariamente de Europa, así que sus opciones se reducirían si se presenta un candidato fuerte por parte de la UEFA. También lo puede tener complicado para conseguir apoyos en la confederación asiática si se presenta alguien -como el jeque kuwaití- con vínculos en los países del golfo Pérsico que garantice que el Mundial 2022 se disputará en Qatar.
-Luis Figo. El exfutbolista portugués se metió en la última carrera presidencial para renunciar dos semanas antes de la votación alegando una grave falta de transparencia en el organismo presidido por Blatter. Su proyección internacional le facilitaría la tarea de buscar apoyos entre las seis confederaciones de la FIFA, pero a nadie se le escapa que durante su etapa como jugador se vio envuelto en varias ocasiones en situaciones de duplicidad de contratos que dicen poco a su favor, llegando incluso a ser sancionado con dos años sin poder jugar en Italia al haber firmado tanto con la Juventus como con el Parma.
-Sheikh Ahmed al-Fahad al-Sabah. El jeque kuwaití podría ser el gran tapado del proceso, un aliado de Blatter con una influencia tremenda en el mundo del deporte, que se llevaría de calle los votos del bloque asiático y podría encontrar apoyos entre federaciones que hasta ahora han votado a Sepp. Actual presidente del Consejo Olímpico de Asia, miembro del Comité Olímpico Internacional y presidente de la Asociación de Comités Olímpicos Nacionales cuenta con un currículum impresionante.Llegó a ser ministro de petróleo kuwaití, director de la agencia nacional de seguridad, seleccionador nacional de fútbol o vicepresidente de la Federación internacional de balonmano.
Actualmente administra los fondos de ayuda al desarrollo del COI, por lo que su posicionamiento será clave aunque no se llegue a presentar. Si se aventura a la carrera sus detractores podrían jugar la baza de Ahmad Muttaleb, uno de sus hombres de confianza que se ha visto envuelto en varios escándalos, incluida la supuesta compra de votos para designar las sedes de los Juegos Olímpicos.
-Michael van Praag. El histórico presidente del Ajax de Amsterdarm, actual presidente de la federación Holandesa y miembro del Comité Ejecutivo de la UEFA se retiró de la última carrera para dar su apoyo al jordano Ali bin Al-Hussein. Durante los últimos años ha sido uno de los más críticos con Blatter y parte con el apoyo del gobierno de los Países Bajos y la federación alemana por su amplia experiencia como gestor aunque le podría pesar su falta de carisma respecto a otros futuribles candidatos europeos, además de tener que batallar contra los que piensan que un dirigente de la UEFA podría restar peso a los países africanos y asiáticos.
-Lydia Nsekera. Quizás la candidata más desconocida, pero cuenta con un perfil perfecto para aglutinar los votos de África y plantar batalla a un contendiente europeo, sobre todo porque prometería un cambio menos traumático que se adapta mejor a la realidad de la FIFA. Fue presidenta de la federación de Burundi, ha sido miembro del Comité Olímpico Internacional (COI) y en 2013 se convirtió en la primera mujer en entrar al Comité Ejecutivo de la FIFA. Actualmente trabaja para el fútbol femenino, lo que podría ser otro punto a su favor.
-Jerome Champagne. Otra de las posibilidades europeas. Un diplomático con experiencia en la FIFA que se mueve bien entre bambalinas, uno de los impulsores del reconocimiento de la federación palestina y artífice de la mejora de relaciones con el sindicato de jugadores (FIFPro) y el COI. Es el candidato que reclama Transparencia Internacional por delante de Platini, al que ayudó en 2007 a ganar las elecciones de la UEFA. En el pasado también ha apoyado a Blatter, reflejo de sus dotes para moverse entre dos aguas. Reclama una renovación profunda, entre otras cosas, del Comité Ejecutivo para que siempre haya una plaza reservada para el sindicato de los jugadores, otra para un representante de los clubes, otra para las ligas y una para el fútbol femenino.
-Issa Hayatou. El presidente de la Confederación Africana desde 1987 contaría con la mayoría de los votos del bloque africano -bajo su mandato han pasado de tener dos plazas en el Mundial a cinco- y le sería más sencillo seducir a los países asiáticos con las promesas de mantener en status quo en cuanto a los programas de desarrollo y la gobernabilidad del organismo. Se presentó a las elecciones de 2002 en las que fue derrotado por Blatter, al que ha mostrado su apoyo sin fisuras durante los últimos años.
Fue uno de los acusados de haber recibido comisiones ilegales a través de la desaparecida ISL en relación con los contratos televisivos de los Mundiales celebrados en la década de los noventa y también se sospecha que pudo cobrar sobornos de Qatar de cara a la elección de la sede de la Copa del Mundo de 2022.
-Zico. El exfutbolista brasileño ha reconocido que podría intentar presentar su candidatura a suceder a Blatter, aunque un candidato sudamericano lo tendría muy complicado por el escaso peso que representa la CONMEBOL dentro del congreso de la FIFA y porque a estas alturas ni siquiera tiene el apoyo de su propia federación, salpicada de lleno por los escándalos de corrupción. Fue ministro de deportes durante los primeros años del Gobierno de Fernando Collor de Melo, a principios de los noventa.
-Ted Howard. El actual secretario general de la CONCACAF, nombrado a raíz de la suspensión de Enrique Sanz tras la apertura de la investigación de la Fiscalía estadounidense, tiene muy pocas papeletas porque le puede resultar muy complicado encontrar avales suficientes para que su candidatura salga adelante: necesita el apoyo de al menos una federación de cada continente, así que tendría que jugar la baza de que su país ha sido la principal razón para el cambio en la FIFA.

Gráfico del Telegraph que muestra la situación actual de los miembros del Comité Ejecutivo que otorgaron los Mundiales de 2018 y 2022 a Rusia y Qatar
¿Qué pasará con Rusia 2018 y Qatar 2022?
Las dos investigaciones en marcha, una por parte de las autoridades federales estadounidenses y otra por parte de la Fiscalía suiza, apuntan directamente a la votación de Zúrich en la que se designó a Rusia y Qatar como sedes de los Mundiales de 2018 y 2022. Al menos diez de los miembros de aquel Comité Ejecutivo han sido acusados por corrupción o han sido forzados a salir de la institución, además de los que se encuentran bajo investigación como el propio Blatter.
El asunto entrará con toda probabilidad en la campaña por la presidencia pero en la práctica resulta muy complicado pensar que alguno de los dos países pueda perder el derecho a organizar la Copa del Mundo, ya no solo por las costosas indemnizaciones a las que tendría que hacer frente la FIFA sino porque por mucho que la justicia demuestre que hubo sobornos en aquella votación son los propios organismos de la FIFA los que deberían ordenar una nueva votación.
Cualquier decisión tendrá importantes consecuencias geopolíticas. Rusia ha criticado la investigación sobre la FIFA por parte de los Estados Unidos al entender que su objetivo final es privarles del Mundial, un movimiento que ha crecido a raíz del conflicto en Ucrania. Mientras, Moscú niega cualquier relación con el escándalo de corrupción y asegura que la elección de 2018 fue totalmente limpia. Hoy por hoy resulta muy difícil pensar que Rusia no organizará el Mundial, lo que cierra automáticamente las puertas a que un país europeo pueda organizar el de 2022 si finalmente cae Qatar, por mucho que Inglaterra esté en plena campaña para pedir la organización de la Copa del Mundo de 2022.
Aunque existen más dudas sobre el Mundial de 2022 las probabilidades de que no se dispute en Qatar también son mínimas. Cualquier candidato a la presidencia que prometa una nueva votación se encontrará con la oposición frontal del bloque asiático, lo que podría comprometer sensiblemente sus opciones de salir elegido. Tampoco parece que exista el quórum necesario en el Comité Ejecutivo para forzar un nuevo proceso al que estarían dispuestos a volver a presentarse Estados Unidos, Australia y Japón.
Eso sí, existen varios precedentes en el cambio de sede de una Copa del Mundo. A menos de cuatro años para el Mundial de 1986 Colombia renunció a sus derechos por sus problemas económicos, lo que llevó a un nuevo proceso de votación en el que se impuso México. También se cambió la sede del Mundial femenino de 2003, programado en principio para disputarse en China pero que finalmente se jugó en Estados Unidos ante la epidemia del Síndrome respiratorio agudo severo (SARS) del país asiático.
¿Cómo afectará la dimisión de Blatter a España?
La española fue una de las tres federaciones europeas que contravinieron la recomendación de la UEFA para votar al príncipe jordano en las pasadas elecciones a la presidencia. Ángel María Villar, presidente de la RFEF desde 1998 siempre ha sido un fiel aliado de Joseph Blatter, que hace años le premió con una vicepresidencia en la FIFA e incluso hablabá de él en público como su sucesor al frente del organismo.
«Hemos oído criticas estos días, peor para ellos. La FIFA es limpia, hace las cosas con honestidad y trabaja por el fútbol y por el mundo», dijo Villar hace cuatro años en el congreso de Zúrich durante la presentación de la fallida candidatura ibérica de cara al Mundial de 2018. Ahora, tras la detención de algunos de sus compañeros del Comité Ejecutivo y la dimisión de Blatter en medio de un gigantesco escándalo de corrupción, Villar guarda silencio, una estrategia habitual para esquivar los mil charcos que le han rodeado durante su mandato en la RFEF.
Acusado de intercambiar -que no sobornar- votos con la candidatura qatarí, algo prohibido explícitamente en los estatutos de la FIFA, Villar tendrá que responder en las próximas semanas a las preguntas de las autoridades suizas sobre ese controvertido congreso de Zúrich de 2010, aunque por el momento no se enfrenta a ninguna acusación. Villar lleva años enfrentado al Gobierno, hasta el punto de tensar la cuerda a través de la FIFA y UEFA, que han amenazado a España con sanciones por posibles injerencias en un organismo deportivo. También tiene la guerra declarada a la LFP y, en especial, a su presidente Javier Tebas, el abogado que ejerció la acusación particular contra él y Juan Padrón hace unos años unos presuntos casos de corrupción que no prosperaron judicialmente.
Muchos esperan un efecto dominó con la dimisión de Blatter, pero la realidad de la FIFA descarta cambios traumáticos a corto plazo. Eso sí, la presión va a ir en aumento para todos aquellos que tengan vínculos con los casos investigados por corrupción y los que han apoyado a Sepp durante los últimos tiempos, como es el caso de Ángel María Villar, que después de más de 25 años como máximo dirigente del fútbol quizás decida dar un paso atrás y no presentarse a las elecciones de la RFEF previstas para el próximo año. El fútbol necesita un cambio real.
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