Fútbol Internacional — 6 de junio de 2012 | 16:47

Borussia Dortmund, el milagro alemán (I Parte): El ocaso dorado

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Aquella tanda de penaltis contra el Brujas fue el principio del fin para el Borussia Dortmund. Fuera de la Champions League, el club pasó un par de años a la deriva y llegó incluso a coquetear con la desaparición. Hasta que apareció Morgan Stanley, la misma entidad financiera que hizo que el mundo entero se tambalease a finales de 2008, en el estallido de la crisis. Morgan Stanley llegó como salvadora de un club que, seis años más tarde, festeja su segunda Bundesliga bajo la batuta de Jürgen Klopp. De la gloria deportiva y económica a la ruina, y de nuevo a la gloria. Así se salvó el Borussia Dortmund. El milagro alemán.

El final amargo del cuento de la lechera

En 1997 el Borussia Dortmund completó un año histórico. Como vigentes campeones de Liga, se alzaron con la victoria en la Champions League al derrotar a la Juventus en la final, en una de las noches más memorables para el combinado gualdinegro. Unos meses más tarde, caía la Copa Intercontinental tras un duelo contra el Cruzeiro brasileño. El color dorado brillaba con más fuerza que nunca en Dortmund. Pero en los albores del nuevo milenio el club tomó unas decisiones que marcarían su destino de forma drástica. El fútbol se convirtió en negocio y, con todas las expectativas puestas en este gran equipo, en octubre del año 2000 el Borussia Dortmund se convirtió en el primer conjunto alemán -y único, hasta ahora- que cotizaba en bolsa.

Con los buenos resultados económicos, el Dortmund apostó fuerte. Se gastó casi 80 millones en dos temporadas con el objetivo de reconquistar el campeonato nacional y hacerse fuerte en Europa. Llegaron Rosicky, Metzelder, Koller, Amoroso, Kehl y Ewerthon. Así, después de un mano a mano con el Bayer Leverkusen, el Borussia Dortmund se hizo con el título liguero en la última jornada de la temporada 2001/02. Eran buenos tiempos para la entidad de la cuenca del Ruhr, que además se quedó a las puertas de la gloria en la Copa UEFA, con derrota contra el Feyenoord en la Final.

Pero entonces la situación se torció. El sueño se convirtió en pesadilla y los fracasos deportivos derivaron en la ruina económica. Después de gastarse 23 millones de euros en los fichajes de Frings y Evanílson, el equipo esperaba financiarse con el dinero de la Liga de Campeones, una suma cuantiosa para pagar unos sueldos «necesarios» para atraer a grandes jugadores a la entidad. Sin embargo, el Brujas se encargó de detonar la maquinaria gualdinegra en el inicio del curso 2003/04. El cuadro belga les eliminó en la previa de la Champions en la tanda de penaltis y, así, la partida de ingresos se redujo de forma drástica. El Borussia Dortmund no estaba preparado para el fracaso.

Los gualdinegros se hicieron con la sexta posición en Liga, pero fueron eliminados de la Intertoto, precisamente por otro club belga, el Genk. Fuera de Europa, el equipo tuvo que fichar a coste cero y vender caro. Frings se marchó por algo más de 9 millones de euros y el equipo lo notó. Tras un mal comienzo, terminaron en séptima posición. Comenzaba la espiral negativa. Inmersos en una crisis económica de proporciones asombrosas, el presidente del club, Gerd Niebaum, abandonó. El club se encontraba entonces con la soga al cuello con una deuda de hasta 100 millones de euros en diferentes secciones. De poco sirvió la venta del estadio en 2002, pues las acciones del club estaban por los suelos y el futuro del equipo en el aire.

En medio del caos, la parcela deportiva sufrió de forma considerable. Los salarios se redujeron al máximo y los cracks  salieron con la necesidad urgente de ingresar dinero en las arcas del club. Partieron Ewerthon, Odonkor y Rosicky. Los entrenadores se sucedían en el banquillo del renombrado Signal Iduna Park, que culminó su ampliación a 80.000 espectadores con motivo de la Copa del Mundo de Alemania 2006. Tiempos difíciles en los que se llegó incluso a especular con la desaparición dada la angustia económica. El Borussia Dortmund necesitaba un milagro o, al menos, un salvador.

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