Fútbol Internacional — 5 de noviembre de 2009 | 15:11

El Athletic busca sellar el billete a dieciseisavos de la UEFA

Un texto de

El Athletic descansa en busca del pasaporte para los dieciseisavos de final de la Copa de la UEFA en tierras lusas.

El Athletic intentará recogerlo esta noche en un partido incierto como todos los suyos. En este caso, hay tres razones que explican el signo de interrogante.

La primera tiene que ver con el carácter impredecible del equipo rojiblanco. Imposible saber cuál de sus variadas versiones ofrecerá hoy el conjunto de Joaquín Caparrós. El segundo motivo de incertidumbre es el propio Nacional, obligado a apurar sus últimas opciones en un torneo que es un torrente de prestigio para un club tan modesto. Y el tercero sería el propio escenario en el que se disputará el partido.

El campo del Nacional es un estadio muy peculiar. Lo primero que llama la atención de él es su ubicación en un paraje de montaña conocido como Choupana, a 650 metros de altura. Los aficionados del Athletic que asistan hoy al partido tendrán la sensación de que no van a llegar nunca al campo, de que siempre quedará otra curva empinada y estrecha que superar. El terreno de juego, con gradas sólo en los laterales, tiene unas dimensiones reducidas y un césped que suele ponerse muy pesado a poco que descargue una tormenta, algo muy habitual en estas fechas; tan habitual como la niebla, que cada temporada obliga a suspender algún partido del Nacional.

Campo lento

Los rojiblancos, por tanto, ya pueden hacerse a la idea de que el terreno de juego no facilitará la velocidad de su fútbol sino todo lo contrario. Propiciará un ritmo lento que beneficiará, sin duda, a los blanquinegros, cuya alma brasileña es evidente. Ya se vio en el partido de San Mamés lo bien que se manejaron en la primera parte con el campo lento y lo que sufrieron cuando la lluvia facilitó un juego mucho más rápido en la segunda mitad. Respecto al ambiente del estadio, el Athletic tiene muy poco que temer. Es más que probable que a los cerca de mil hinchas vizcaínos que se han desplazado a Madeira se les escuche más que a los 3.000 o 4.000 aficionados del Nacional, normalmente bastante comedidos. Sólo un pequeño grupo armado con bombos y tambores que suele colocarse detrás del banquillo rival y anima a los suyos con indesmayable insistencia.

La importancia del partido salta a la vista. Para el Nacional de Madeira, que pondrá en suerte su alineación de gala -no cambiará casi nada respecto a la que jugó hace dos semanas en San Mamés- se trata de un ser o no ser. Sólo le vale la victoria. Manuel Machado aseguró ayer en rueda de prensa que estaba convencido de que su equipo, quinto en la Liga portuguesa, la conseguiría. Por lo visto, el Athletic no ha impresionado mucho al técnico de Guimaraes. Tampoco es de extrañar.

En el caso del Athletic, el valor del triunfo no reside tanto en que sea una cuestión de supervivencia en el torneo. Incluso perdiendo, el equipo mantendría sus opciones de clasificación para dieciseisavos intactas. Ahora bien, también en el caso de los rojiblancos se puede hablar de supervivencia. Al fin y al cabo, la mejor manera de que alternar tres competiciones no le cueste la vida al equipo, como teme Joaquín Caparrós, no es otra que lograr los objetivos lo antes posible. Vamos, que poder descansar, ya con los deberes hechos, ante el Werder Bremen y el Austria de Viena sería una bendición para el Athletic. De ahí que el técnico de Utrera no vaya a reservarse nada -Gurpegui, eso sí, entrará por Orbaiz- en el once que esta noche intentará el asalto de Choupana.

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