Miércoles, seis de la tarde en la Toscana. Silencio absoluto en el Armando Picchi. Del centro del campo del estadio del Livorno asciende, sin prisa y con la ayuda de una veintena de globos, una camiseta gigante con el número 25. La de Piermario Morosini.
La pelota vuelve a rodar para el Livorno diez días después de la tragedia de Pescara, donde murió el joven futbolista italiano. No se llega a llenar el estadio del club «amaranto», pero los cerca de 8.000 aficionados que han acudido al campo lo hacen con la camiseta de «Moro» -retirada para siempre por el club-, pero con el nombre y el número de Piermario en el pecho. También Aldo Spinelli, presidente del club.
La estampa completa refleja el cariño de todo el equipo hacia Morosini, cuya vida estuvo marcada siempre por la tragedia. Una foto gigante del joven de Bérgamo preside uno de los fondos, otras cuantas imágenes de Piermario se reparten por toda la grada. En una esquina una pancarta resume esa vida llena de obstáculos de Piermario: «en tu vida has luchado, en el campo lo has demostrado».
Los jugadores saltan al césped acompañdos de esa camiseta gigante. Llevan un ramo de flores y decenas de globos en homenaje a su compañero. Tras el emotivo minuto de silencio arranca el partido. El equipo toscano, muy tocado, cae en casa ante el Cittadella. Pero esta vez el fútbol era lo de menos en Livorno.