Un invierno en Trieste le bastó a Stendhal para entender que con la bora uno teme perder el brazo con el que sujeta su sombrero. Así es el violento viento catatábico que acostumbra a azotar este recodo del Adriático casi en la frontera con Eslovenia. Un fenómeno adecuado y un lugar perfecto para reflejar otro cambio de ciclo en el fútbol europeo. La Juventus, la Vieja Señora del calcio italiano, regresa al trono seis años después de celebrar su último alirón, que luego no fue tal a cuenta del escándalo del «Calciopoli», y cierra su etapa más oscura tras su periplo por la Serie B.
La mitad «bianconera» de Turín y buena parte de Italia suman dos títulos a los 28 que puede lucir legalmente el equipo. No piensan dejar a un lado los dos consecutivos logrados sobre el terreno de juego a mitad de década y posteriormente desposeídos en los despachos. Tampoco la propia Juventus. Giuseppe Marotta, director deportivo del club, dejaba claro tras el partido que el club celebra su campeonato número 30 y que la batalla sigue en los despachos para recuperar esas dos ligas. La primera quedó desierta como recordatorio del escándalo y la segunda fue a parar a las vitrinas del Inter de Milán. Aquello, el penalti de Iuliano a Ronaldo o el partido fantasma que supuso el punto final a la carrera de Boniperti conforman una historia de enemistad que vivió su último capítulo para delirio de los aficionados a la Juventus. El calcio no podría entenderse sin el «derby de Italia» que acuñó Giani Brera.
Otro regalo del Inter
De ahí la descafeínada celebración en Milán. Sí, el Inter se impuso en el «derby della madonnina» en un partido colosal frente a sus vecinos para seguir soñando con colocarse en la tercera plaza en la última jornada para disputar la Champions del curso que viene. Pero las caras de la afición reflejaban un sabor agridulce. Su triunfo desató la fiesta del eterno rival al noreste del país, casi en el mismo lugar que diez años atrás celebró un campeonato vestido a rayas azules y negras en una última jornada apasionante. El 5 de mayo de 2002 el Inter pinchaba en el Olímpico de Roma ante el Lazio para disgusto local -el resultado casi dio el título al Roma- y delirio de la Juventus, que conquistaba en Udine -a 80 kilómetros de Tireste- su penúltimo Scudetto según las cuentas oficiales.
Seis años son demasiados para un equipo acostumbrado a ganar. De ahí el estallido de júbilo en el refugio de Trieste, el lugar donde Del Piero marcó sus primeros goles con la camiseta de Italia. El capitán, Antonio Conte y los suplentes apenas podían contener la emoción y comenzaron a celebrar el título aunque seguían pidiendo calma a los que jugaban el partido. El obús de Maicon sentenció el choque de Milán y dio paso a la fiesta de la Juventus. Con el pitido final centenares de aficionados del equipo invadieron el Nereo Rocco, el prestado estadio de un Cagliari que juega como local a 811 kilómetros de su propia casa. Unos se fueron a por los jugadores, otros besaban el césped y los menos arrancaban pedazos del suelo al entender que el campo había pasado a ser un trozo de historia del club.
La tercera estrella
Las imágenes de los ídolos invadieron rápidamente el estadio de Trieste por medio de las pancartas de los hinchas, agradecidos a figuras recientes como Pavel Nedved, ahora de traje y corbata en el palco, Antonio Conte o los jugadores, especialmente aquellos que no abandonaron el barco con el descenso a la Serie B. Como Gianluigi Buffon, olvidado ya su enorme fallo una jornada atrás. «Se lo dedico a mi familia, pero también a Del Piero, Camoranesi, Trezeguet y a Nedved», explica. Pero las miradas se centran especialmente en el capitán, Alessandro Del Piero, que ha pasado toda una vida en la Juventus y que dejará el club a final de temporada. «Gracias por existir», le decía una de las pancartas. «Es un final extraño, pero vivo esta noche con alegría, esta victoria tiene todavía más valor también por el año vivido en la Serie B», explicaba tras el pitido final.
«Es un Scudetto tremendamente merecido gracias al extraordinario trabajo del equipo y entrenador», explica el mito Dino Zoff a la radio pública. «Del paraíso al infierno y retorno de nuevo al paraíso», resume Andrea Agnelli, presidente del club, que ha devuelto el apellido de la casa FIAT medio siglo después de la marcha de Umberto. Con tercera estrella o sin ella la Dama del calcio vuelve a reinar en Italia.