
El polémico Jack Warner vuelve a la carga. El vicepresidente de la FIFA y presidente de la CONCACAF ha planteado el uso de la expulsión temporal en los partidos de fútbol, sobre todo, a los jugadores que simulen una lesión e interrumpan el desarrollo del juego.
Pero además, Warner aboga por el establecimiento de un tope salarial que impida el crecimiento de los equipos grandes a costa de los más humildes.
“No hay razón para que el fútbol no cambie en 500 años”, explica.
Jack Warner es presidente de la confederación de Fútbol Asociación de Norte, Centroamérica y el Caribe (CONCACAF) y vicepresidente de la FIFA al igual que Michel Platini o Ángel María Villar. Según su opinión, el fútbol debería evolucionar y estar abierto a posibles cambios.
“La FIFA debería ser más severa con los futbolistas que simulan”, asegura Warner en una conferencia en Londres. El trinitario aboga por introducir la expulsión temporal a estos futbolistas que simulan estar lesionados para que se pare el partido. “La gente paga para ver un partido de fútbol, no una representación de actores”, añade.
Esta no es la única idea de Warner. Apoya una corriente que pide la instauración del tope salarial en el mundo del fútbol. “El tope salarial debe introducirse para aumentar la competencia entre los clubes, de lo contrario los equipos más pequeños nunca podrán competir con los clubes más ricos”, asegura Warner, que se apoya en el ejemplo de la supremacía de los big four en la Premier League.
Incluso, ha dejado caer que se debería reflexionar acerca de las reglas básicas del juego; reducción a diez futbolistas los titulares por cada equipo y de las dimensiones de las áreas. También apoya el uso de sensores para resolver los goles fantasma y una curiosa política de reinversión en los fichajes: “Los clubes deberían invertir al menos el 10 por ciento de los ingresos en los países de origen de sus futbolistas y destinar esos fondos para apoyar el fútbol de base”
Un hombre polémico
Jack Warner no es ningún desconocido. Su amistad con Joseph Blatter le ha proporcionado unas facultades que han sembrado dudas a la opinión pública durante las últimas décadas. Sobre todo, a raíz de la denuncia de un programa de televisión de la BBC, que le acusaba de ganar dinero con la reventa del Mundial de Alemania 2006.
A finales de 2006 una comisión ética de la propia FIFA concluyó que Jack Warner había ganado cerca de un millón de dólares vendiendo paquetes para viajar al Mundial de 2006. No hubo consencuencias para Warner, pero sí para John McBeth -por entonces vicepresidente- por denunciar las actuaciones de Warner y la corrupción en la CONCACAF. La confederación que dirige Warner se ha hecho fuerte en el organismo internacional a costa de inscribir federaciones nacionales como Aruba, Islas Caimán o Nueva Caledonia que no son países reconocidos por la ONU. No en vano, suponen más votos y poder de decisión de cara a las elecciones de la FIFA.
Warner también fue denunciado en 2002 por la oposición a Blatter, que acusaba la venta gratuita de los derechos televisivos del Mundial a la CONCACAF, que organizó el Mundial sub 17 en Trinidad y Tobago con importantes beneficios personales para Jack Warner y su familia.
Sus declaraciones tampoco dejan indiferente a nadie. Warner ha demostrado en más de una ocasión no tener pelos en la lengua, como cuando recientemente se refirió al interés británico por organizar el Mundial 2018. “Los ingleses inventaron este deporte, pero jamás han realizado un impacto importante sobre el mundo del fútbol”.