
El fútbol por banda
Javier de Miguel | Opinión
La RAE define el término “moda” como: Uso, modo o costumbre que está en boga durante algún tiempo. Quizás algunos al empezar ojeando esta primera frase habréis pensado que estáis leyendo la revista Vogue o algo por el estilo pero no, es un artículo futbolístico intentando explicar qué si una táctica funciona en un equipo no debe ser copiada por el resto, porque finalmente la hará inútil por abusar de la misma.
Viene siendo habitual que según han ido avanzando los tiempos y el fútbol ha ido evolucionando (aumentando el nivel de velocidad e intensidad), también se ha perdido una de las mejores virtudes que nos proporcionaba este deporte de multitudes; el fútbol por banda. Desde el achique de espacios de Sacchi, pasando por el fútbol total del Ajax de Van Gaal o la fantasía y la calidad del PSG de Ginola, mucho han cambiado los sistemas del deporte rey. En los últimos años se viene estilando poblar la medular de interiores de toque y calidad que le den más ritmo al balón y otorguen a sus equipos de una gran capacidad asociativa y de pase. Uno de los grandes precursores de este estilo de juego ha sido el siempre correcto Frank Rijkaard. Su propuesta por un fútbol con gran ritmo, combinatorio y de muchos quilates estuvieron a punto de dejarle en la calle tras una primera fase de adaptación un tanto turbulenta. Sin embargo, el tiempo y la paciencia acabaron por darle la razón y pudo triunfar y coronarse como un gran entrenador.
Antes del holandés -en mi opinión- hubo otro gran entrenador que asombró a Europa con un fútbol de una calidad soberbia; Víctor Fernández. El técnico maño condujo primero a un brillante Zaragoza a la Recopa de Europa y después a un primoroso Celta de Vigo a ser el equipo que mejor fútbol practicaba en el continente a base de jugadores de gran toque y un ritmo de pelota vertiginoso. Pero, si ha habido un “innovador” en este estilo de juego, es A.Wenger, que lleva más de 12 años imprimiendo al Arsenal un estilo de juego que ha cambiado a los “gunners” de ser un equipo duro, sucio y repudiado a ser reconocido por su vistosidad, ofensividad y gusto por el buen trato de balón.

Hoy en día hay muchos equipos que intentan imitar este estilo de juego; el Villareal de Pellegrini, el propio Barcelona de Guardiola e incluso el Madrid de Schuster, que ante la falta de extremos se ve obligado a tener que jugar por dentro. Todos estos equipos están viendo cómo partido a partido cada vez les cuesta más sacar adelante los mismos, porque los rivales tienen muy estudiados a los equipos grandes y les tejen una tela en el centro del campo que en muchas ocasiones es difícil de sobrepasar, ya que no encuentran espacios entre tanto jugador. La solución está en banda, pero hay pocos entrenadores dispuestos a jugar con dos jugadores abiertos en los extremos creando muchos más espacios por dentro y por fuera. El problema ya no es sólo la sobrepoblación de interiores y volantes, sino que además viene siendo costumbre el utilizar jugadores en banda a pierna cambiada, que finalmente siempre acaban internándose hacia el interior y atascando aún más el juego por el centro.
Sin embargo, en la liga española hay dos claras excepciones que conviene remarcar y que son dignas de alabar; una de ellas es el líder de la Liga, el Valencia de Emery. Un equipo que, si bien no tiene mucho para jugar entre líneas, sí es capaz de hacerte un roto por los flancos y desbordarte una y otra vez hasta llevarse el gato al agua. El segundo es el Sevilla de Manolo Jiménez, que es probablemente el plantel más compensado y con más alternativas y soluciones de los 20 junto con el Villareal. Los hispalenses tienen varios puñales en banda capaces de hacer mucho daño, pero también poseen la suficiente inteligencia para, en ocasiones, jugar por el centro si el juego así lo requiere, con lo que defenderlos es más difícil por ser más imprevisibles.
Parece agotado el modelo del pase por dentro, pared y plantarse así en el área; es el momento en el que los entrenadores jóvenes tienen que demostrar la suficiente personalidad para mantenerse fieles a sus ideas y no copiar las del vecino. Las viejas costumbres del jugador de banda deben volver y dar aire a un fútbol europeo demasiado físico y táctico.