A pesar de las sospechas de corrupción, las denuncias de las condiciones laborales de los inmigrantes que trabajan en la construcción de los estadios y de las quejas de aficionados y clubes, el Mundial avanza ya con velocidad de crucero hacia Qatar, un país con nula tradición futbolística que organizará por primera vez una Copa del Mundo en los últimos meses del año. Esa es la única posibilidad para el grupo de trabajo creado por la FIFA, que recomienda llevar la competición a los últimos meses de 2022 para esquivar las altas temperaturas del resto del año. La confirmación oficial llegará en la reunión del Comité Ejecutivo presidido por Joseph Blatter que se celebrará en Zúrich a mediados de marzo.
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Un año después de abrir el debate sobre trasladar el Mundial de Qatar a los meses de otoño o invierno el grupo de trabajado creado por la FIFA concluye que la competición debería comenzar en noviembre, durar algunos días menos de lo habitual, y concluir con la gran final el 23 de diciembre de 2022, lo que obligará a retocar el calendario de todo el fútbol mundial. Las ligas europeas tendrán que comenzar antes de lo habitual -quizás en julio- como también lo hará la Champions League, cuya fase de grupos podría comenzar a últimos de agosto. El parón por el Mundial obligará también a alargar más de lo habitual las competiciones domésticas, que podrían acabar a finales de junio de 2023.
El Ramadán empieza el 2 de abril de 2022 y las temperaturas de Qatar en primavera también son altísimas
Decisión esperada
Triunfa así la opción de Blatter por encima de la alternativa defendida por Michel Platini, presidente de la UEFA, que prefería disputar el Mundial de Qatar durante los primeros meses de 2022, lo que hubiera creado un conflicto con el Comité Olímpico Internacional (COI) al coincidir con los Juegos Olímpicos de invierno previstos para 2022, lo que supondría un problema mayúsculo para las televisiones que han pagado una millonada por los derechos de retransmisión. Igualmente se ha descartado la opción de la Asociación de Clubes Europeos (ECA), que impulsó adelantar el Mundial a los meses de abril y mayo, ya que en esa fecha se celebrará el ramadán y, además, porque el clima en el Golfo Pérsico durante la primavera puede ser insoportable.
La FIFA trata de explicar que el fútbol debe ser flexible para posibilitar que nuevos países y regiones puedan organizar grandes eventos deportivos. Qatar será el país más pequeño, con menos población y probablemente con menor tradición futbolística de toda la historia en organizar un Mundial. Los clubes europeos se han quejado en los últimos meses con la boca pequeña porque asumieron rápido que la FIFA no iba a dar marcha atrás por mucho que hubiera que tocar el calendario, así que ahora buscarán compensaciones millonarias en los despachos por ceder a sus estrellas durante dos meses en plena temporada.
Televisiones y clubes serán los grandes perjudicados de jugar el Mundial en diciembre
Demasiadas sospechas
Mucho antes de que el Mundial fuese a Qatar, elegida sede de la edición de 2022 hace más de cuatro años, la FIFA ya conocía las dificultades de llevar la Copa del Mundo a la península arábiga. El informe técnico de la candidatura ya alertaba de que el calor sofocante de los meses de verano -más de 40ºC a la sombra- sería un problema para jugadores, árbitros, técnicos y aficionados, pero aún así Qatar se impuso en la votación del Comité Ejecutivo al resto de alternativas (Estados Unidos, Corea del Sur, Japón y Australia). Las críticas, denuncias y sospechas sobre Qatar se multiplicaron desde el mismo día que Blatter abriera el sobre que desvelaba el triunfo del país árabe. El diario «The Guardian» denunció la situación de miles de inmigrantes que trabajaban en la construcción de los estadios prácticamente en condiciones esclavitud y con una elevadísima tasa de mortalidad: según varias organizaciones de derechos humanos más de un millar de trabajadores han muerto en Qatar desde 2010.
Por otro lado, la prestigiosa «France Football» denunció la compra de votos por parte de la candidatura qatarí para asegurarse el Mundial, lo que llevó a la FIFA a encargar un informe a su Comité Ético para valorar lo sucedido. El responsable último de esa tarea era Michael J. Garcia, exfiscal de los Estados Unidos, que dimitió después de que la FIFA publicase una versión reducida del informe de 42 páginas repleta de malinterpretaciones según denuncio el propio Garcia. A pesar de las promesas de transparencia el organismo presidido por Blatter todavía no ha sacado a la luz el informe íntegro en el que se ha basado para descartar una nueva votación para la sede de 2022.
Los derechos de 2026
Otro movimiento de la FIFA ha levantado todo tipo de suspicacias en las últimas semanas porque el organismo que rige el fútbol ha anunciado por sorpresa la renovación de Fox y Telemundo como encargadas de los derechos de retransmisión en Estados Unidos del futuro Mundial de 2026 en un proceso demasiado opaco. Un ejecutivo de la ESPN ha reconocido a «The New York Times» que no recibieron noticia alguna de que estuviese el proceso de venta en marcha ni fueron invitados a la tradicional subasta que decide los derechos, lo que ha dado pie a muchos a pensar si no será un favor de la FIFA a las cadenas, que pagaron por los derechos del Mundial de 2022 sin saber que se disputaría en los meses de otoño o invierno, lo que probablemente disminuirá el número de espectadores -y por tanto de anunciantes- al coincidir el torneo con la temporada de fútbol americano (NFL), el gran pasatiempo del país, NBA y NHL.
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