Dos goles del togolés, unidos a los de Di María y Cristiano Ronaldo dejan laeliminatoria sentenciada a favor del Real MadridEl fútbol tiene poco de matemática y casi nada de previsible. Si alguien hubiese viajadoen el tiempo hace seis meses para ver lo de esta noche en el Bernabéu no se lo habría creído, pero así es este caprichoso deporte. Un delantero togolés desaparecido de la primera línea del fútbol mundial ha regalado medio pase a toda una semifinal a un Real Madrid que, por fin, se acerca a tierra prometida.
Cuatro goles como cuatro soles. Mourinho salió con todo, es decir, con Marcelo en banda y sin trivote en el centro del campo. Ni un centímetro a la especulación ante un Tottenham más manso que lo que se habíavendido en la prensa. Ayudó, eso sí, la expulsión del gigantón Crouch en el primer cuarto de hora del partido. La roja desequilibró el encuentro; el Real Madrid se encargó de encarrilar la eliminatoria.
El Bernabéu, que pedía a gritos una noche de Champions como esta, respondió con creces. Los blancos salieron a morder y los ingleses pronto se vieron abajo en el marcador. Fue por culpa de un cabezazo de Adebayor en un córnerque entró con la complicidad de Gomes. Lo difícil ya estaba hecho.
Pequeñas dudas
Crouch se empeñó en darle otra ventaja al Madrid, quizás mayor que el primer gol. Dos acciones a destiempo le valieron una rigurosa tarjeta roja que incluso celebró Marcelo. El partido no se podía escapar. Redknapp, al que todo le saliómal desde el calentamiento -se cayó a última hora del once Lennon- se vio obligado a cambiar el guión. Ni balas por las bandasni la torre arriba, todo quedaba en las manos de la calidad de Bale y la imaginación de Modric.
Contra 10 volvió a relucir una imagen poco eficiente del Real Madrid, que se estampó contra el muro inglés. La parroquia blanca no se comió el bocadillo con miedo, pero sí con una ligera inquietud. Había que matar, no ya el partido si no la eliminatoria. Dicho y hecho. Tras el paso por los vestuarios el conjunto dirigido por Mourinho jugó con el balón, con inteligencia y con eficacia. Y así volvió a destacar la cabezade un Adebayor especialmente enchufado ante el Tottenham.
Di María y Cristiano sentencian
Los Spurs vieron que era imposible. Esperaron un milagro de las botas de un Bale que no tardará en fichar por un grande. Fue insuficiente. El tercer tanto, el golazo de Di María, acabó por firmar la sentencia. El Real Madrid abría la puerta de las semifinales y lanzaba un mensaje al Barcelona: quizás la Liga esté ganada, pero la Copa y la Champions aún hay que disputarlas.
Pudo acabar el partido ahí, pero el público pedía más. Y los jugadores estaban por la labor. Sobre todo, Cristiano Ronaldo. El luso tiró todo lo que pudo y más. La UEFA contabilizó 14 tiros, uno de ellos el último gol del partido tras un excelente disparo a un no peor pase de Kaká. Entró en la convocatoria ante la risotada general y acabó dando una asistencia de maestro para demostrar que le sobra calidad y le falta -desde hace años- ritmo de juego. Fue el lujo que se dio Mourinho en un partido plácido para el Madrid.
La vuelta, la semana que viene, no tiene que suponer mayores complicaciones. Queda pues, abierto el camino para la “eliminatoria del siglo” en semifinales.



