Guardiola puede respirar un poco más tranquilo después del partido del Camp Nou. El Barcelona tiene más de un pie en un previsible duelo en semifinales contra el Real Madrid gracias a los tantos de Iniesta, Alves, Piqué, Keita y Xavi.
El Brasil de Ucrania se ha llevado un saco de goles del Camp Nou. Hace una semana era lo más previsible, pero Guardiola se empeñó durante la semana en advertir del peligro del Shaktar, que tampoco ha sido una cenicienta para los azulgrana en otras ocasiones.
La inquietud se disipó con el tempranero gol de Andrés Iniesta, que se aprovechó de un rebote dentro del área para comenzar a marcar diferencias. Pero no iba a ser un paseo. Ni mucho menos. El Shaktar puso en serios problemas a la zaga azulgrana, especialmente dubitativa esta noche sin Puyol en su eje. Valdés tuvo incluso que ejercer de bombero para evitar un disgusto antes de tiempo.
Al Barça le costó desempolvar su libro de estilo del fútbol, quizás por la ausencia de Pedro en el campo. No es que Keita estuviese mal, sino que los azulgrana no arrasaron a sus rivales esta vez. Lógico, por otra parte, al ser unos cuartos de final de la Champions League.
Pasada la media hora, y tras otro susto de Luiz Adriano, Alves se encargó de dar un poco más de tranquilidad. Los ánimos se transformaron con el gol de Piqué, ya en la segunda parte, y se comenzó a pensar en el duelo de semifinales contra el Real Madrid. Y en estas que Iniesta forzó la amarilla para perderse la vuelta y asegurarse ese nuevo duelo del siglo. Rakitskiy aprovechó el despiste para marcar y hacer soñar a los suyos.
La alegría, sin embargo, duró menos de un minuto a los visitantes. Eso fue lo que tardaron los de Pep en responder con otro gol, el cuarto, obra de Keita. Con el 4-1 hubo tiempo para dar descanso y aplaudir a Villa e Iniesta. Luego, a cuatro minutos del final, Xavi decidió unirse a la fiesta para dejar el partido de vuelta en un trámite para todos. Salvo para Guardiola, claro. Suyo también -todo hay que decirlo- es el mérito de que los campeones de todo no se permitan lujos en partidos trascendentales.