
Jorge García González
El ambiente que se respira por ambas ciudades, hacen que un partido que en agosto se predecía como un derby más entre dos aficiones enfrentadas por algo más que el fútbol, se convierta casi en una final, tanto para unos, como para otros.
En Alicante se respira optimismo, alegría, ganas; pero sobretodo, ilusión. Ilusión de ver cómo un equipo hundido hace años, comienza a resurgir cual dios del Olimpo. De ver que este año es posible, que se están haciendo las cosas bien y que se puede pelear por algo más que estar ahí arriba. Y posiblemente, sea por esto el hablarse en Alicante de invasión en el Martínez Valero.
Por su parte, en Elche, solo desean aunar las todas las fuerzas posibles, con el fin de arruinar el sueño herculano, y ya de paso, evitar posibles fantasmas. El ambiente, viene siendo el que ha prevalecido durante toda la temporada: desilusión, por ver un equipo semiarruiado económicamente y sin medios para hacer algo grande en cuanto a lo deportivo; mezclado con una pizca de ilusión provocada por las apreturas de la categoría.
En cuanto a lo futbolístico, nada que contrastar con lo moral. El Hércules de Alicante llega segundo en la categoría, con la moral pletórica tras ganar tres de los últimos cuatro partidos y estar únicamente a dos puntos del líder.
Mientras, el Elche CF decidió hace dos semanas establecer la jornada económica del club, por lo que los abonados deberán pagar para ver el encuentro, y el precio de las entradas aumentará. Esto ha provocado cierto malestar entre la afición ilicitana, por lo que no se preve una gran entrada para el partido. Volviendo a lo futbolístico, tampoco cabe resaltar ninguna baja entre las filas franjiverdes.
Los presidentes
Por su parte, el presidente de la entidad herculana Valentín Botella, quiso restar presión a sus pupilos declarando que: "No somos favoritos. La entidad de juego del Elche no refleja donde está, siempre va ganando y ha tenido desgracias a última hora. Va a ser un partido muy fuerte, pero hay que jugarlo".