El Barcelona ha humillado al Real Madrid con una manita en el primer clásico de la temporada. Los de Mourinho fueron incapaces de responder ante el vendaval azulgrana, que hizo lo que quiso con su máximo rival.
Mourinho se equivocó. El entrenador portugués aseguró en la semana previa al clásico que era imposible ver un 8-0 en un partido entre los dos grandes de España. No fueron ocho sino cinco los que acabó encajando el Real Madrid ante un Barça que volvió a demostrar en el Camp Nou las razones de su hegemonía en el fútbol actual.
La batalla no fue tal. Todo el mundo apuntaba a un duelo más que equilibrado. Los fichajes del verano y la llegada de Mourinho al banquillo merengue invitaban a pensar a que el Real Madrid había recortado diferencias respecto a su máximo rival. Nada de eso.
Un partido desequilibrado
El fútbol demostró que la diferencia entre Barcelona y el resto, a día de hoy, es insalvable. Los blancos necesitan mucho más rodaje para acercarse a un equipo que ya ha pasado por encima de Villarreal o Sevilla en esta Liga.
La noche comenzó ya torcida para los blancos. La baja de Higuaín dejaba todo el peso del ataque a Benzema. Demasiado para un jugador que apenas ha jugado en Liga y muy poco para enfrentarse a cualquier tipo de adversidad. Sin delanteros -disponibles- en el banquillo el margen de maniobra de Mourinho era limitado.
Guardiola ganó la partida en todo a Mourinho
Pero peor aún que la baja del «Pipita» para el Madrid fue que el partido comenzara. Ahí acabaron todas las dudas. El Barça tomó el mando y puso rumbo a la portería de Casillas. La primera, de Messi, pegó en el palo. Cuatro minutos después Xavi no perdonaba. El centrocampista azulgrana aprovechaba un pase de otro maestro, Iniesta, y un fallo de Marcelo a la hora de despejar.
El gol ya demostraba que la pizarra de Guardiola se iba a imponer. Villa, Messi, Iniesta y Pedro intercambiaban posiciones ante la confusión de la zaga merengue. No había marcas fijas y eso lo aprovechó Messi en el primer gol para llevarse a Pepe lejos del área.
El «pique» entre Cristiano y Guardiola
Y es que el Barça tiró de libro para jugar. Tras un par de pequeños sustos del Real Madrid el equipo azulgrana tomó de nuevo el balón mientras los blancos corrían. Otro movimiento táctico magistral sin balón -en este caso de Iniesta- dejaba el frente izquierdo libre a Villa. El «Guaje» entró en el área y, de nuevo, ante la confusión blanca apareció un jugador blaugrana -Pedro- para poner el segundo.
En 20 minutos el Barcelona ya había demostrado claramente que, como había declarado su entrenador, no iba a cambiar su filosofía. Todo lo contrario, el partido fue una oda al estilo del Barça que inició Cruyff. El Madrid, como demuestra la nómina de entrenadores que ha pasado por su banquillo, navega entre la confusión. A pesar de ello, los blancos dependen de ellos mismos para darle la vuelta a la Liga.
A la media hora llegó la jugada polémica del encuentro. Guardiola escondió en la banda una pelota a Cristiano Ronaldo y éste le respondió con un empujón. Malas artes de uno y de otro que reflejaban el estado de ambos. El portugués volvió a caer en la trampa ante un Barcelona que se le resiste.
Los goles de Villa
El vendaval pareció haberse calmado al final de la primera parte, pero el Barça salió a morder nada más salir de los vestuarios. Y lo hizo a pesar de que Mourinho intentó equilibrar el partido en el centro del campo. Quitó a Özil y puso a Lass, incapaz de detener a Xavi y compañía.
El Madrid acabó desquiciado y sin capacidad de respuesta
La asociación entre Messi y Villa dio sus frutos en dos goles consecutivos del futbolista español, que se reivindicó ante el Madrid. Mourinho lo vio tan mal las cosas que recurrió a Arbeloa. El defensa salió a tapar el agujero de Marcelo en la banda izquierda, pero poco pudo hacer más que repartir juego duro.
El cuarto gol mató al Madrid. La diferencia era tan grande que los blancos bajaron los brazos. No hubo respuesta, y el Barça se dedicó a pasearse ante su afición. Pep quiso que la grada felicitara a Villa, Xavi y Pedro con una sonora ovación. El último que entró en el campo fue Jeffren, que precisamente cerraría la manita con una nueva jugada desde la banda derecha azulgrana.
De ahí al final fiesta azulgrana y desquicio blanco. Ramos soltó la pierna ante Messi y luego el brazo a Puyol. Iturralde -que a pesar de toda la polémica no fue protagonista- mandó a la calle a Ramos. La tangana no llegó a mayores pero volvió a evidenciar la impotencia de unos blancos que quedaron al desnudo ante su eterno rival.
El Barça recupera ahora el liderato de la Liga ante los blancos, que tendrán que demostrar su candidatura a la Liga ante Valencia, Sevilla o Villarreal. De momento, el Real Madrid de Mourinho ha suspendido el primer examen doméstico.



