Levanta los brazos Di Natale con el pitido final porque entiende que el empate (1-1) contra España es una alegría para Italia, que llegaba a esta Eurocopa 2012 metida en mil problemas dentro y fuera del campo. El fútbol es fútbol y demuestra una vez más que la historia importa poco cuando rueda el balón sobre el césped. Italia es siempre Italia hasta cuando no lo parece para sufrimiento rival, esta vez le tocó a la selección española, ingenua al caer en la trampa de Prandelli pero con tablas para salir del entuerto y salvar un punto gracias a la genialidad de los pequeños. La victoria se quedó a un paso.
Del Bosque sigue el ejemplo del presidente, Mariano Rajoy, y juega al despiste para dejar a España sin nueve. No hay sitio en el once para el discutido Torres ni para Negredo, candidato a tomar la alternativa durante toda la semana. Al final el falso nueve -o «apoyo defensivo» siguiendo los eufemismos de los últimos días- fue Cesc Fábregas. El problema es que en la práctica el experimento quedó en un «nodelantero» que diría Orwell. Tuvo vista Prandelli y pidió a su defensa, que estrenaba el 3-5-2 al estilo de la Juventus, que diese un paso al frente al no tener que guardar las espaldas. No había referencia que cubrir. España perdió metros e Italia pobló el centro del campo como antídoto al juego de toque español. Pero es que esta Italia huele a buen equipo. De Rossi manda en la cueva, Pirlo es el arquitecto encargado de recibir y dar a los delanteros. Curiosa la falta de gol de Italia con semejante cuarteto. Empezaron Balotelli y Cassano, tan talentosos como peligrosos por su azotea, y terminaron los más cabales Giovinco y Di Natale, que no se cansa de marcar goles.
Encontró más problemas de los previstos para desplegar su juego España. El balón se movía con lentitud porque apenas se producían movimientos por delante de la pelota. Así era imposible salvar al compacto equipo italiano, que acabó la primera mitad en el área de Casillas, reflejo de una preocupante falta de concentración en defensa que ya costó un par de goles en los amistosos a este equipo, del que no se permite dudar. Prandelli movió primero ficha tras el descanso y, de nuevo, acertó. Se fue Balotelli, como siempre peleado con el mundo, y entró en su lugar Antonio Di Natale. Quizás no case con esta renovada Italia, pero es que «Toto» Di Natale pareciera haber pactado eterna juventud con el mismo diablo. Fue salir al campo y marcar previa obra de arte de Andrea Pirlo, que se abrió paso en el centro del campo en plan mariscal antes de poner medio gol en la carrera del napolitano, para el que no existe la palabra fallar.
España remó en contra tres minutos. Fue lo que tardó en igualar el partido al elevar una marcha mientras Italia se regodeaba de su gol frente a los campeones del mundo. Apareció Iniesta al borde del área, tocó para Silva y el canario sacó un pase magistral hacia Fábregas para superar a Buffon. Hasta ahí llegó Italia, a la que le pesó un tanto el esfuerzo titánico de la primera mitad. La defensa dio un paso atrás y comenzaron a abrirse las grietas. En esas entró Fernando Torres, tarde para los que le pedían en el once y demasiado pronto para los que no le quieren ni en pintura. Causa o consecuencia, España fue a más, en parte también por la aportación del puñal de Jesús Navas por la banda derecha. Sufrió Italia en el último cuarto de hora para despejar el peligro de la meta de Buffon, consciente del tremendo valor de un punto ante un equipo que no debería fallar más en esta primera fase del torneo. Puede que España cayera en la trampa italiana, pero volvió a demostrar maneras de equipo campeón en el mejor partido -de largo- hasta ahora de la Eurocopa.