El Barça vuelve a tropezar con la misma piedra y solo es capaz de sacar un empate en Rusia. El Rubin Kazan se adelantó gracias a un penalti provocado por Alves en la primera parte. El guaje pondría las tablas en el marcador también desde los 11metros.
No hay manera. Puede que sea cuestión de fe y le funcione el rosario a Berdyyev o simplemente quizás sean las cosas del fútbol. De lo que no hay duda es de que el Barça no encuentra la formula ante un equipo al que no ha conseguido ganarle aún.Si nos ponemos a buscar argumentos en lo futbolístico las alineaciones ya nos dan alguna pista. Salió el equipo ruso con 5 hombres en la zaga, con un doble pivote defensivo que anunciaba complicaciones. Pep advirtió en la rueda de prensa esa dificultad pero sorprendió alineando a Mascherano junto a Busquets. Mala decisión la del mister. Como quedaría demostrado sobre el terreno de juego, el Barça perdió en velocidad y capacidad de sorpresa. Y precisamente eso es lo que echaría de menos ante tal “encerrona”. Como casi siempre la posesión y el control del partido fue culé pero esta vez el desborde quedó en el olvido.
Hasta el minuto 30, la tónica era la misma; lentos pero seguros se acercaban al área rival hasta que vislumbraban el cartel de “prohibido el paso”. Entonces llegaba la desesperación, la falta de ideas y alternativas. Solo en contadas ocasiones hizo caso omiso el Barça a esa particular señalización rusa y se coló entre el batallón. Pedrito primero con un disparo al larguero y Villa después con un tiro cruzado fueron los encargados de desafiar las normas locales. No lo consiguieron y en esto, a veces la paga. Sabían en Kazan que las oportunidades iban a ser contadas así que no dudaron en aprovechar una contra que acabaría en penalti. A Alves le sobróla adrenalina que tantas veces hace felices a los azulgrana. Llegó el brasileño por detrás y como un misil pasándose de frenada arrolló a Kaleshin. Noboa tenía en sus botas hacer mas duro el partido para los de Guardiola y colocando el balón en la red lo consiguió.
Volvían los fantasmas y con ellos el temor. El Barça acusó el tanto exhibiendo algunas de sus carencias sobre el suelo del Central Stadium. Estaba claro, algo fallaba y la solución tenia nombre. Lionel Messi iba a ser el encargado de probar llave tras llave hasta encontrar la adecuada. Pero justo, antes de salir, alguien quiso quitarle el privilegio. Una internada de Iniesta provocaría la pena máxima con la que Villa dibujaría el empate.
Media hora tenían los azulgranas para demostrar que los dos partidos del año pasado contra el Rubin fueron un accidente. No fue así, y ni Messi ni Iniesta con una gran ocasión en el ultimo minuto, cambiarían la historia. Antes incluso pudo llegar el gol para los de casa pero por suerte Martins estrelló un remate de cabeza al palo.Una vez más el equipo ruso se vistió de verdugo. A Pep todavía le queda el partido de vuelta para encontrar la manera de vencer a un rival que ya se esta convirtiendo en maldito.