“La propaganda no engaña a la gente, sino que simplemente les ayuda a engañarse a sí mismos”. La frase corresponde a Eric Hoffer, un escritor y filosófo estadounidense del siglo pasado que puso en valor la importancia de la autoestima para el bienestar psicológico del individuo.
La psicología es uno de los pilares de Jose Mourinho, que comienza este sábado una guerra de 18 días y 4 capítulos contra el Barcelona de Guardiola. Ayer Mourinho decidió callar. Quiso que su segundo, Aitor Karanka, respondiese a las preguntas de los medios en la previa del clásico que decidirá el rumbo de la liga y, quizás, del resto de los duelos entre merengues y azulgranas.
La quijotesca escena de la rueda de prensa -con plante de los periodistas españoles incluida- era el primer golpe de Mourinho antes del clásico. Desde su llegada, el técnico portugués se ha encargado -como ya hiciera en Londres o Milán- de marcar la agenda de los medios de comunicación. O, mejor dicho, se ha convertido en el responsable de la propaganda blanca. El técnico es el que decide quién, dónde y cuándo se habla. Los futbolistas no pueden conceder entrevistas sin su permiso y mantiene a raya las declaraciones de éstos ante los medios. Adebayor, por ejemplo, fue el único que salió a dar explicaciones en Valdebebas en los meses de enero y febrero.
“Salgo cuando quiero, no cuando vosotros queréis”, explicó Mourinho tras otra de sus ausencias ante los medios de comunicación. “Quizás en otras ocasiones Rui Faría u otro de mis ayudantes puedan salir”, añadía. En realidad, poco importa que sea Mourinho el que hable ante los medios. El mensaje no se modifica si el que habla es Karanka como quedó reflejado en la rueda de prensa de ayer. “Luego dicen que Mourinho calienta el partido. Siempre que habla el míster se sobredimensiona todo. La gente lo que quiere es que el equipo gane”, expresaba Karanka. En la misma línea se expresaba también Arbeloa a través de Twitter:
“Me alegra que el Real Madrid no ceda ante chantajes ni presiones y ver que los aficionados le apoyan. Me alegra porque ellos son el Real Madrid”. Una de las claves del éxito de la propaganda es la persistencia. Un mensaje sencillo repetido hasta la saciedad será asumido por la masa. La idea de que la prensa deportiva está en contra del Real Madrid en general y de Jose Mourinho en particular parece haber calado entre los aficionados blancos. Entienden que son los periodistas quienes utilizan la imagen del técnico portugués para vender. El silencio del míster, víctima de la presión mediática, acaba siendo entonces justificado. Por aficionados y jugadores.
El objetivo de Mourinho, sin embargo, parece bien distinto. Le delatan su paso por Chelsea e Inter de Milán, dos clubes con una gran exposición mediática, aunque nada que ver con lo que vive un entrenador del Real Madrid. Los futbolistas saben que con Mourinho el foco está centrado sobre el técnico, que actuá de parachoques y desviar el debate futbolístico. Así reduce la presión sobre los jugadores y logra el respaldo de parte de la grada, que asume el mensaje repetido una y otra vez desde el club. El buen juego, la nobleza, las formas y el señorío quedan al margen.



