El país de las oportunidades no perdona a Lance Armstrong, entendida su confesión televisada junto a Oprah Winfrey más como una operación estética que una disculpa sincera del último ciclista en subir al Olimpo al ganar siete veces seguidas el Tour de Francia. Así lo entienden los más críticos con el estadounidense, los que le señalaron en un primer momento, gran parte del ciclismo y, especialmente, la prensa de todo el planeta, que considera insuficiente la confesión.
«Armstrong ha revelado que sus victorias en el Tour de Francia fueron alimentadas por el dopaje, que jamás se sintió mal por hacer trampas y que tapó el positivo de un control en la edición de 1999. Con todo eso, la entrevista seguramente será recordada por lo que se omitió», explica en un análisis muy crítico The New York Times, que también señala a Oprah por no «preguntar sobre los aspectos más desconcertantes del engaño de Armstrong» y por no apretar lo suficiente al ciclista a la hora de hablar sobre su supuesta primera confusión el 27 de octubre de 1996 en un hospital de Iniana, donde según Betsy Andreu, entonces novia de Frankie Andreu, antiguo compañero, confesó a los médicos el consumo de varias sustancias prohibidas.
Armstrong se negó a responder sobre este punto, aunque lo hizo indirectamente al asegurar repetidas ocasiones que jamás recurrió al dopaje antes de sufrir el cáncer. «Pensaba que lo confesaría todo pero cuando ví la entrevista no podía creermélo», contaba Betsy este viernes en otra pieza de The New York Times, decepcionada por los «argumentos falaces» de Armstrong durante su confesión. Su marido, más tajante todavía. «Este tipo es un mentiroso profesional, ¿cómo se supone que vamos a creerle?», sentenciaba.
Críticas de la Agencia Mundial Antidopaje
Igual de dura la columna de Bonnie D. Ford, experta en ciclismo de ESPN, que calificó como otro «evento típico de Lance» la entrevista. «Fue desesperante. Gran parte de ella transcurrió desde lo ingenuo a lo increíble. Hubo demasiada resistencia, contradicción de pruebas y renuncia de la responsabilidad para responder en una columna, aunque empezaré diciendo que no me creo en absoluto que estuviese limpio a su regreso», señala la periodista, argumento que subraya John Fahey, presidente de la Agencia Mundial Antidopaje (AMA). «El informe de la USADA señalan que las varaciones en los valores sanguíneos de Armstrong mostraban con absoluta certeza que se dopaba después de 2005», explicó Fahey después de ver la entrevista. «¿Creemos a la USADA o a Armstrong?», añadió.
Las autoridades deportivas coinciden en señalar que la confesión televisada de Armstrong no es suficiente. El Comité Olímpico Internacional reclamó directamente al ciclista que colaborase con las autoridades antidopaje para «poner fin a este oscuro episodio y avanzar más fuertes y más limpios». «Es un paso importante hacia la reparación del daño que ha causado al ciclismo», reconoce Pat McQuaid, presidente de la Unión Ciclista Internacional.
Voces críticas desde España
El discurso crítico se repite en Europa, especialmente en la Francia que encumbró a Lance Armstrong como mito de la bicicleta. «Trata de evitar la bancarrota y la cárcel dentro de una enorme operación de comunicación», destaca el director de deportes de Le Monde, Stéphane Mandard. Tampoco parece que la confesión vaya a servir para reformar el ciclismo. Así lo estima una abrumadora parte de los lectores de L’Equipe, en línea con la encuesta de ABC, más pesimista todavía.
Ana Muñoz Merino, nombrada el pasado marzo directora de la Agencia Estatal Antidopaje, cuestionó también el discurso del exciclista ante la audiencia estadounidense. «Su confesión es una justificación, recurre al cáncer para justificar su actuación y eso es impresentable», explicaba este viernes. El terremoto lo resume en una frase el primer español en ganar el Tour de Francia. «Es un daño terrible para el ciclismo. Hay que cuidar la cantera y empezar desde abajo para evitar corruptos», resumió Federico Martín Bahamontes.