En Texas cualquier historia tiende a terminar siendo exagerada. El segundo Estado en extensión de los Estados Unidos saca pecho estos días ante el gran acontecimiento del año del país: la Super Bowl, el partido que enfrenta al mejor equipo de la Conferencia Americana (AFC) con la Nacional (NFC). Un encuentro que podría -con muchos peros- llegar a equipararse a una final de la Copa de Europa de fútbol y que paralizará a los americanos durante casi cuatro horas.