Cuesta creer que Tom «Don Perfecto» Brady, un tipo que es demasiado bueno para el común de los mortales tanto dentro como fuera del campo, excelente quarterback, inteligente, elegante y pareja de la supermodelo más deseada del planeta, estuviese tan cerca de quedarse por el camino, de hacer las maletas y regresar a su California natal para dejar a un lado el fútbol americano. La NFL habría perdido a uno de los mejores quarterbacks de toda su historia, que este domingo peleará en Arizona por su cuarta victoria en una Super Bowl para igualar un récord que hasta ahora solo han conseguido grandes como Terry Bradshaw y Joe Montana. Un anillo para aumentar una leyenda increíble que, a sus 37 años, vuelve a estar en la cresta de la ola.
Brady fue drafteado en 1995 por los Expos de Montreal para jugar en la MLB de béisbol
Nacido en San Mateo, una pequeña ciudad de la bahía de San Francisco, Tom Brady ha sudado más de lo que pueda parecer para llegar al Olimpo del «football». De hecho, tuvo que pelear por el protagonismo hasta en su propia casa porque sus cuatro hermanas mayores brillaron desde pequeñas en varias disciplinas deportivas. El gen Brady. El quarterback entonces solo era «Tommy», el pequeño de la familia formada por Thomas y Galynn, y nadie en su sano juicio pensaba que pudiera llegar a convertirse en una de las grandes estrellas de la NFL.
En San Mateo, cualquiera hubiera apostado antes por el éxito de sus hermanas. Maureen -la mayor- destacó como pitcher de sóftbol e incluso llegó a ser seleccionada con solo 17 años por la selección junior de los Estados Unidos, lo que le catapultó a una beca en la California State University de Fresno. Julie Brady se decantó por el fútbol -«soccer» para los americanos»- antes de ingresar en el selecto Saint Mary’s de California donde obtuvo una beca. Y Nancy brilló también como jugadora de sóftbol, hasta el punto de lograr una beca en la universidad pública número uno de Estados Unidos (Berkeley), referencia en todo el mundo. «Tommy» tuvo que aprender a convivir con el éxito de sus hermanas, muy populares entre sus vecinos por sus dotes atléticas.
Entró como séptimo quarterback en el equipo de la Universidad y escaló hasta la titularidad
Inicios discretos
El fútbol americano no fue la primera opción para el pequeño Thomas, que dio sus primeros pasos en el diamante como jugador de béisbol al ver jugar a sus hermanas. También se sentía atraído por el baloncesto en tiempos dorados de Celtics y Lakers. Eso sí, la familia Brady al completo acudía durante la temporada al Candlestick Park para ver en directo a los San Francisco 49ers de Joe Montana, que pronto se convirtió en gran ídolo para «Tommy».El menor de los Brady se apuntó a los equipos de béisbol, baloncesto y fútbol americano en el instituto. Allí fue donde tuvo su primer contacto con el «football», ya que hasta la fecha no había jugado un partido completo. Lógico entonces que Brady fuese listado como quinto quarterback del equipo. Nadie veía el potencial que escondía aquel chaval que, para muchos, destacaba más como linebacker. «Tommy» progresó poco a poco dentro del equipo hasta lograr convertirse en titular durante su último año, pero sus actuaciones estaban lejos de ser espectaculares. Brillaba mucho más como catcher, así que los Montreal Expos seleccionaron a Brady en el draft de la MLB de 1995.
Brady, sin embargo, ya tenía decidido que seguiría el camino de su ídolo Joe Montana. Y logró subir el siguiente escalón gracias al amor incondicional de su padre. «Tommy era mi mejor amigo», confiesa en el New York Times el progenitor, que desde los 3 años llevaba al pequeño Brady con él cuando iba a jugar al golf. Para cumplir el sueño de su hijo Thomas se gastó 2.000 dólares en 60 cintas de vídeo que resumían lo que podía hacer aquel niño con un balón de fútbol. Enviaron los vídeos a decenas de Universidades y recibieron la respuesta afirmativa de una que jamás pensaron que accedería: la Universidad de Michigan, una de las mejores del país, especialmente conocida por sus equipos deportivos.
La historia de Brady en el equipo universitario tampoco fue un camino de rosas. Tom ingresó como séptimo quarterback de un equipo liderado por un espectacular Brian Griese que en 1997 completó una temporada perfecta, sin perder un solo partido y con triunfo en la Rose Bowl. Para los entrenadores Brady era demasiado lento como quarterback y apenas entraba en los planes de futuro, lo que le llevó seriamente a plantearse pedir el traslado a la Universidad de California para estar más cerca de su familia. Ahí estuvo a punto de acabar el camino de Brady. El entrenador de los Wolverines, Lloyd Carr, le animó a seguir intentándolo. Tom aceptó, aunque no por ello acabaron los obstáculos ya que poco después tuvo que ser operado de apendicitis, lo que detuvo su progresión en el equipo.
Los Patriots le seleccionaron en la sexta ronda del draft; fue la mejor decisión de su historia
Después de mucho trabajo Brady estaba preparado para ocupar la titularidad en 1998, justo después de sus primeras prácticas profesionales en Merrill Lynch. Ese verano aterrizó en Michigan otro joven quarterback, Drew Henson, recién nombrado por USA Today como el mejor jugador escolar del país. Los Wolverines perdieron el primer partido del año y Henson arrebató la plaza a Brady, que otra vez veía escapar su sueño. Pero la derrota en la segunda jornada ante la Universidad de Siracusa dio otra oportunidad a Brady, que no desaprovechó. Ahí inició una racha de ocho victorias consecutivas que, tras un pinchazo ante Ohio State, acabaron con triunfo en la Citrus Bowl frente a Arkansas. Llegaron entonces los primeros destellos de Tom, que se destapó como un experto en darle la vuelta a partidos ajustadísimos con su portentoso brazo y su inteligencia, de ahí que en su última temporada fuera nombrado jugador más valioso del equipo.
Del banquillo a la Super Bowl
El salto de Brady a la NFL fue discretísimo: seleccionado en la sexta ronda del draft por los New England Patriots, en la posición global 199, «Tommy» tendría que pelear contra otros tres quarterbacks, incluyendo al titular Drew Bledsoe. En Foxborough pronto empezó a llamar la atención del cuerpo técnico por su disciplina, su entrega total, su gran curiosidad y su tremenda ambición. Nadie trabajaba tanto como él. Llegaba a las instalaciones de la franquicia a las seis de la mañana y se marchaba a las siete de la tarde, pero muchas veces regresaba por la noche para ver los vídeos de los partidos. Su actitud gustó y Brady, un año después de entrar en el equipo, estaba convencido de que acabaría como titular. Entonces la fortuna por fin le sonrió. Drew Bledsoe se lesionó en la segunda jornada. Llegaba la hora de Brady.
Su debut como titular en la NFL no fue gran cosa. La semana siguiente los Patriots caían frente a los Dolphins y, aunque algunos dudaban de su potencial, Brady se destapó. Contra los Chargers lideró una gran remontada que culminó con triunfo en la prórroga, y siete días más tarde se marcó un partido casi perfecto en Indianápolis ante los Colts. Había nacido una estrella. Ese joven tenía madera de campeón. Y lo demostró con creces conduciendo a su equipo hasta la Super Bowl XXXVI, donde dejó con la palabra en la boca al mismísimo John Madden y fascinado a todo el país. A 81 segundos del final, con el partido empatado y sin tiempos muertos disponibles, los Patriots tenían la posesión en su propia yarda quince. El legendario comentarista sugirió que el equipo de Belichick debía agotar el tiempo y jugarse el anillo en la Super Bowl. Pero Brady sacó su brazo a pasear y comenzó a mover las cadenas hasta dejar el balón en la yarda 31 de los Rams a siete segundos del final. Adam Vinatieri finiquitó el partido con un Field Goal y Tom Brady fue nombrado MVP de aquella Super Bowl. El chico por el que casi nadie apostaba había conseguido el mayor éxito deportivo posible en Estados Unidos. «Tommy» ya era una estrella.
Después de una temporada flojísima, en parte por culpa de una lesión en el hombro, Brady resurgió en 2003 con doce victorias consecutivas que llevaron a los Patriots hasta la Super Bowl XXXVIII en la que volvió a ser nombrado mejor jugador gracias a un espléndido partido contra los Panthers que volvió a decidir con un drive perfecto en el último minuto. Un año más tarde Brady conquistaría su tercera Super Bowl en cuatro años al derrotar a los Philadelphia Eagles. Sus números siempre han sido arrolladores: ha completado más de 3500 yardas en doce de sus quince temporadas profesional. En 2007 se salió con 50 touchdowns y 4806 yardas en una brutal campaña que acabó con amargo sabor de boca al caer en la Super Bowl contra los Giants de Eli Manning. En 2008 una grave lesión de rodilla le apartó del equipo, pero a su regreso siguió jugando como los ángeles. Su última aparición en una Super Bowl fue en 2012 con otra derrota ante los New York Giants.
Ha aparecido varias veces en Los Simpson y es la imagen de Uggs, Movado o Under Armour
La envidia de América
Desde entonces muchos han hablado del ocaso de la carrera de un jugador extraordinario, elogiado por su firmeza dentro del campo y envidiado como pocos fuera del campo. Brady no es solo uno de los mejores quarterbacks de la historia, sino que es un tipo inteligente, licenciado cum laude en Estudios Organizacionales por la Universidad de Michigan, elegante como pocos, con más dinero en la cuenta corriente del que pudiera gastar cualquier mortal en una vida, guapo hasta morir y, para colmo, está casado con la supermodelo brasileña Gisele Bündchen, la más cotizada y una de las más deseadas del universo.Aunque en los últimos tiempos ha rebajado su exposición, Brady es la imagen de varias marcas comerciales como Uggs, Glaceau Smartwater, Movado o Under Armour, que también promociona su mujer. Brady ha aparecido en varios capítulos de ‘Los Simpson’, ‘Padre de Familia’ e incluso en la serie ‘Entourage’.
A principios de esta temporada, con 37 años recién cumplidos, muchos dieron por acabado a Brady, especialmente tras las dos derrotas en la pretemporada y caer en el partido inaugural ante los Miami Dolphins. La selección de Jimmy Garoppolo en la segunda ronda del draft -la más alta utilizada por los Patriots para elegir un quarterback desde que Brady lidera el equipo- ayudó a alimentar las conversaciones sobre el final del ciclo de Tom en los Patriots. Pero la retirada no está sobre la mesa de Brady, que desde hace años cuenta con un peculiar entrenador personal que se ha convertido en su mejor amigo, hasta el punto de ser el padrino del hijo más pequeño de Brady, Ben. Alex Guerrero, un practicamente mormón con un máster en Medicina China, acompaña a Brady a todos los partidos, supervisa la dieta del quarterback junto al chef de los Patriots y es una especie de guía espiritual para Brady, Guerrero se centra en la flexibilidad de los músculos y en «reeducarlos» cuando siente molestias. «Trabajamos para esta físicamente en forma, emocionalmente estables y espiritualmente estables», explica en una conversación con un periodista del New York Times.
No quiere hablar sobre colgar las botas, su intención es seguir jugando hasta que se lo permita el físico
Cuerda para rato
Esa terapia de Guerrero, que ha creado el denominado método «TB12», le sirve a Brady para estar a punto en un deporte que se ha convertido en una trituradora de atletas: la carrera media de un jugador de fútbol americano solo dura tres años, un poco más en el caso de los quarterbacks, más protegidos de los golpes. En cualquier caso, estirar la actividad deportiva de máximo nivel hasta los 40 años levanta suspicacias. Brady no es una excepción, aunque en su historial queda una llamada por teléfono, entrenador personal de Barry Bonds que estuvo en el centro de la trama destapada por el caso Balco hace una década. En teoría en esa conversación se hablaba sobre una posible reunión que no llegó a producirse, según declaro el propio investigado a los fiscales del caso. Así que Brady quedó limpio de toda duda. Guerrero, que proporciona sus propios suplementos dietéticos a Brady, asegura que pasan controles independientes para cerciorarse de que no infrinjen la laxa normativa antidopaje de la NFL.
Durante todos estos años de éxitos Brady se ha granjeado una fama de personaje altivo que su círculo más íntimo no comparte, ha estado en el ojo del huracán en los últimos días a cuenta del DeflateGate por la supuesta manipulación de la presión de los balones por parte de los Patriots en la final de la Conferencia Americana. Él ha negado cualquier irregularidad y responde a los críticos con una sonrisa. «Vamos a estar bien, esto no es ISIS, no se está muriendo nada», intentaba desdramatizar un Brady que a pesar de todo ha vuelto a conducir a su equipo a una Super Bowl. En caso de ganar igualaría a su gran ídolo juvenil, Joe Montana, pero pase lo que pase muchos se preguntarán si será su última aparición en el gran partido del año. A Brady le sobra ambición, pero las crípticas palabras de su padre sobre cómo será su última etapa en los Patriots aumentan el misterio. «Terminará mal. Lo sé porque sé lo que Tommy quiere hacer. Quiere jugar hasta los 70 años», resume. De momento tiene una cita con la historia en Arizona.
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