El árbitro inglés Howard Webb ha descrito la final del Mundial como las dos horas más difíciles de toda su carrera. El colegiado nacido en la localidad de Rotherman ha confesado que estaba “física y emocionalmente agotado” después de una final que se saldó con un registro histórico de 13 tarjetas amarillas y una expulsión en la victoria de la selección española sobre una violenta «orange».



