Las rotaciones hicieron que Ibrahimovic y Piqué comenzaran el partido de Málaga desde el banquillo. Sin embargo, una vez saltaron al terreno de juego fueron decisivos para la quinta victoria del Barça en esta Liga. El pulso con el Madrid se mantiene.
No fue uno de los mejores partidos de los de Pep Guardiola, sobre todo en el comienzo del encuentro.
El Málaga realizó un esfuerzo titánico para evitar el dominio absoluto blaugrana sobre el esférico. Pero eso no se tradujo en goles, y los andaluces acabaron cayendo en La Rosaleda.
Comenzó a cambiar el partido a la media hora de juego. Henry tuvo que salir lesionado y en su lugar entró Zlatan, que no tardó en avisar a la portería de Munúa.
El sueco falló un mano a mano con el portero boquerón, pero en la jugada siguiente (diez minutos después de salir al césped) abrió el marcador para el Barça. Eso sí, con un maravilloso pase de Leo Messi que el sueco embolsó con el pecho y definió sin problemas ante la salida del cancerbero andaluz.
Pudo haber sido fuera de juego, pero el reglamento dice que en caso de duda hay que dejar seguir. Y la infracción no era para nada clara en directo. De cualquier manera, Ibrahimovic ya ha logrado los mismos tantos que Cristiano o su compañero Leo. Sale a un gol por partido.
Bajó de la nube el Málaga, pensado para restarle fuerzas al Barça. Con el marcador cuesta arriba iba a ser muy complicado pensar en una remontada o, ni siquiera, en un empate.
La sentencia llegó tras la sustitución de Chygrynskiy, que se marchó tocado, por Piqué. El central blaugrana tocó un centro desde la izquierda de Xavi que acabó en la red de Munúa.
Se esforzó el Málaga de ahí al final por no salir escaldado, y lo hizo al límite del reglamento sin que Delgado Ferreiro parase los pies a la dureza de, por ejemplo, Welignton. Tuvo alguna ocasión el Barça para marcar el tercero, pero el resultado fue suficiente para mantener un pulso por la Liga en el que ahora se colocan segundos por haber encajado un gol más que los de Pellegrini.