El Sporting se enfrentaba a un rival peligroso, complicado. De hecho los de Goyo manzano llegaban a Gijón tras uno de sus mejores arranques en liga. Hay que remontarse a la temporada 98-99, cuando de la mano de Cúper superaron los números que llevaban hasta ahora.
El encuentro comenzó frío con un Sporting que quería perforar la portería de Aouate y con un Mallorca bien posicionado y ejerciendo una buena presión que hacía que los rojiblancos no llegaran a la portería bermellona con especial peligro.
Sin embargo, a la media hora de juego un penalti de Gregory sobre Víctor Casadesús hacía que el colegiado González González señalara los once metros. Una pena máxima que Martí trasformaba en el cero a uno y que caía en la parroquia rojiblanca como un jarro de agua fría.
Tras varios disparos muy inocentes de los gijoneses, una falta de Nunes a De las Cuevas propició una doble ocasión para el Sporting primero en una volea de Barral muy mal dirigida que cayó a pies de Diego Castro quien también lo intentó de primeras pero el balón se marchó por poco ante la llegada desesperada de Míchel a la carrera para empujarla dentro.
Dos minutos después Diego Castro quebró a dos defensores y cuando estaba en inmejorable situación para chutar quiso hacer otro recorte y la defensa tocó el cuero lo suficiente para frustrar una nueva oportunidad local.
El Mallorca no volvió a crear peligro en toda la primera mitad e incluso pasó por apuros defensivos tanto en jugadas a balón parado como en alguna de las llegadas rojiblancas mientras que Juan Pablo sólo tuvo trabajo en algunos rechaces en largo a pase de sus compañeros. De esta manera, con el Sporting intentándolo por las bandas transcurrieron los minutos hasta el descanso.
Otro partido
La vuelta del vestuario fue con los mismos protagonistas y reparto de dominio territorial que hasta ese momento había sido claramente local y si en la primera mitad un fallo de Gregory supuso que el Mallorca se adelantara en el marcador en esta segunda el fallo fue de Juan Pablo en una entrega pero Aduriz disparó flojo.
El partido se convirtió en toma y daca y en esta tesitura una genialidad de Luis Morán supuso el empate en un balón que llegó a su poder se internó y casi sin ángulo disparó al palo del portero y Auate vio como le superaba ante el delirio de la afición.
Delirio que tuvo su prolongación seis minutos después cuando Diego Castro entró por la banda izquierda deshaciéndose de contrarios y puso el balón a De las Cuevas, que sólo tuvo que empujarlo para dar la vuelta al marcador.
Este segundo gol fue un mazazo para el Mallorca que perdió el sitio totalmente en el campo. No cejó en su empeño el Sporting y De las Cuevas encontró premio de nuevo y marcó el tercer gol en una vaselina desde el borde del área ante la injustificada protesta de los mallorquinistas que pedían fuera de juego.
Con el 3-1 en el marcador, Preciado decidió dar los primeros minutos de la temporada a Carmelo que se había lesionado de gravedad en el primer entrenamiento de la pretemporada sustituyendo a De las Cuevas. El alicantino se retiraba entre la ovación de los 21.000 espectadores que copaban las gradas del Molinón.
El Sporting totalmente desmelenado puso en evidencia la defensa mallorquinista y de nuevo Luis Morán por su banda entró hasta la línea de fondo y sirvió el balón medido a Bilic que remató a bocajarro completamente sólo dentro del área pequeña.
Así concluyó un choque en el que el Sporting se dio un festín de goles y de paso empezó a pensar en su siguiente rival, el Athletic de Bilbao, con mayor tranquilidad.