Nadie como Ray Lewis para describir a los Ravens, triunfadores en una trepidante XLVII Super Bowl marcada por el apagón del Superdome. Luces y sombras que se cruzan también en la carrera de Lewis, diecisiete temporadas en la NFL, considerado uno de los mejores linebackers de toda la historia, envuelto en mil escándalos hasta la penúltima noche, dividido el país entre admiradores y detractores. El rey de Baltimore.
Sonaba por última vez «Hot in Herre» del rapero Nelly en el M&T Bank Stadium de Baltimore, convertido en himno por Ray Lewis gracias a sus extravagantes bailes que han precedido durante años los partidos del equipo. Ray salió el último de todos, justo después de Joe Flacco, quarterback y figura en la Super Bowl, relegado otra vez al segundo plano. Era la noche de Lewis, colofon increíble para una trayectoria irrepetible. Aterrizó en 1996, por medio del «draft» en Baltimore para jugar en la nueva franquicia bautizada por un poema de Edgar Allan Poe, el reconocido escritor de cuentos de terror. Alrededor de un joven Lewis se forjó una defensa que intimidaba a cualquiera. Un equipo en auge a finales de los noventa en el que cayó como una bomba la implicación de Ray Lewis en un homicidio durante la XXXIV Super Bowl disputada en Atlanta entre Rams y Titans.
Un turbulento asesinato
Marcado hasta el día de su muerte. «Vivo con ello todos los días de mi vida», explica Lewis, que regresó a los campos la temporada siguiente con un ritmo demoledor. Los Ravens conquistaron aquella Super Bowl gracias a una espectacular defensa considerada por varios especialistas como la mejor de toda la historia. Lewis fue nombrado el mejor jugador de aquella cita. La redención soñada.
Despedida en la cumbre
Sobre el verde su actuación fue muy limitada, reflejo de la factura de la edad. Pero su papel como motivador fue indiscutible durante el gran partido del año, igual que en el resto de la temporada. Y los Ravens se alzaron con el Vince Lombardi con una acción defensiva sobre la línea, la mejor manera de despedirse para Lewis.
Una personalidad magnética, arrogante para muchos, diseccionado por la sociedad durante años, ahora se enfrenta a una vida sin fútbol.«Mi familia y mis hijos lo han sacrificado todo por mí, ahora tengo la oportunidad de sacrificarme por ellos», explicaba Lewis, devoto cristiano y padre de seis niños con cuatro mujeres diferentes. «Creo que nadie, honestamente, vive una vida perfecta», explica. Nadie como Ray Lewis.