Cisma familiar de consecuencias impredecibles en el segundo equipo con más Copas de Europa del planeta, el Milan de Silvio Berlusconi. Barbara, hija de Il Cavaliere, ha pegado un puñetazo en la mesa del Milan con la esperanza de mover la silla de Adriano Galliani, mano derecha de Silvio desde hace casi tres décadas y con el que comparte cargo. Al menos por ahora, porque mientras el equipo naufraga con apenas cuatro puntos en los últimos cinco encuentros de liga nadie se atreve a pronosticar el futuro a corto plazo de ambos dirigentes, ni tampoco el del cuestionado Massimiliano Allegri al frente del banquillo.
«Las castas y las clases no son parte de mi vida». A sus 29 años todavía muchos conocen a Barbara Berlusconi como la «princesa rebelde» de Italia, conocidos sus encontronazos con los paparazzis durante su juventud y destacados sus reproches, siempre medidos, a su padre en público. «Los políticos deben salvaguardar los valores de la sociedad, posiblemente elevarlos. No creo que un hombre político pueda permitirse una distinción entre vida pública y privada», dijo hace un par de años en una comentada entrevista a Vanity Fair.
Protagonista de la prensa rosa
Barbara, nacida en Suiza fruto del segundo matrimonio de Silvio Berlusconi, fue una adolescente rebelde, piercing en la lengua a espaldas de los padres incluido, hasta el punto de que Il Cavaliere llegó a pagar 20.000 euros para evitar que unas fotos de la joven saliendo de una discoteca con claros signos de embriaguez y las manos de un hombre pegadas a sus nalgas jamás saliesen a la luz. «Es asombroso cuánto cambia el mundo en tan poco tiempo», explicaba tiempo atrás la joven, que se ha reformado y ahora apunta al sillón del juguete más querido de su padre, el A.C. Milan.
Licenciada cum laude en Filosofía por la Universidad de San Rafael e interesada por la labor del Premio Nobel de Economía Amartya Sen, Barbara subraya desde la organización benéfica que preside la importancia de la responsabilidad ética de empresas y políticos. Además, ondea la bandera de la lucha contra la corrupción. «Si no se conoce a la gente adecuada no se consigue un trabajo. Los malos trabajadores conservan su empleo durante toda la vida», dijo hace años en una entrevista a The Times.
En abril de 2011 Silvio Berlusconi colocó a su hija en el consejo de administración del Milan. En unos meses comenzó a llenar las páginas de la prensa, pero no por su gestión al frente del club sino por su flechazo con un jugador de la plantilla, el brasileño Alexandre Pato, cinco años menor que ella, con el que mantuvo una relación hasta el pasado mes de julio. Ahora, sin lazos íntimos con la plantilla, Barbara ha decidido dar un paso al frente ante la desastrosa situación del Milan, lejísimos de los primeros puestos de la clasificación. Para ello no dudó en lanzar un dardo envenenado a Adriano Galliani, con el que comparte la vicepresidencia del club. «Es necesario un decidido cambio de rumbo», sentenció al perder contra la Fiorentina.
Guerra por el control del club
El encontronazo con Galliani, hombre de máxima confianza de Berlusconi durante las tres últimas décadas, abre una grieta enorme en un club en el que hace meses todo eran buenas palabras. «¿Mi relación con Galliani? Es fantástica, es mi mentor», llegó a decir Barbara en una entrevista con la Gazzetta dello Sport esta misma temporada. Ahora la prensa asegura que quiere la cabeza del entrenador Massimiliano Allegri para poner en el banquillo a Paolo Maldini y quitarse de encima a Galliani para poder manejar el timón del Milan. «Berlusconi y yo hemos ganado 28 trofeos, estamos juntos en una aventura para toda la vida y no está previsto que se interrumpa», ha respondido Galliani, muy molesto por leer las críticas de su compañera a través de los periódicos.
Ante semejante conflicto Silvio Berlusconi, condenado a un año de prisión y dos de inhabilitación por el fraude fiscal en el caso Mediaset, ha abierto este fin de semana las puertas de Villa San Martino para recibir a Galliani en una reunión a la que también asistió Fedele Confalonieri, presidente del grupo Mediaset. «Barbara ha desatado el infierno en el club, pero es una buena persona», ha sentenciado Il Cavaliere, rescatando aquella frase de Vito Corleone en El Padrino. «Nunca digas lo que piensas a alguien fuera de la familia». La guerra por el control del Milán, sin embargo, sigue abierta.