Una mirada furtiva se escapa durante la liturgia que precede cada semana al mayor espectáculo deportivo del país. Suena el himno de los Estados Unidos. Sobre la línea de banda, gesto serio, rodilla derecha en el suelo y ojos cerrados. El quarterback de los Denver Broncos reza. Y parece que funciona.
«Si crees cosas increíbles pueden volverse posibles», resume el Tim Tebow. El nuevo pastor de la NFL, un puesto ganado -pese a muchos- a golpe de remontadas. Su estilo no convence a los expertos. Un quarterback zurdo que apenas sabe lanzar -completa menos de la mitad de los pases que intenta- pero que acumula 7 victorias en 8 partidos.
El destino parece señalar a este devoto cristiano como héroe de las remontadas de los Broncos
Los Chicago Bears fueron este domingo la última víctima de Tebow. Con los precedentes de Miami y San Diego, el destino señalaba a otra remontada. Bajo su mando los Broncos lograron igualar el partido en el último cuarto. Y en la prórroga se hicieron con la victoria. «Nuestros jugadores jamás se rinden», acierta a resumir el entrenador del equipo, John Fox.
«Cásate con mi hija», rezaba una pancarta en su último partido. Las jóvenes no son las únicas admiradoras de este gigantón de 24 años, cuya física tampoco invita a pensar en él como un gran quarterback. Su carisma y personalidad no dejan a nadie indiferente. Nacido en Filipinas e hijo de misioneros cristianos, la religión es un pilar fundamental en la vida de Tebow, incluso en el campo. En la final del campeonato universitario de 2009 apareció con la leyenda «Juan 3:16». 92 millones de personas acudieron a la red para buscar el versículo, uno de los más célebres de la Biblia.
Profunda fe
Su profunda fe le ha llevado, por ejemplo, a dirigir el rezo final en en el Desayuno Nacional de Oración en 2010, cita presidida por Barack Obama y José Luis Rodríguez Zapatero. Días después apareció junto a su madre en un polémico anuncio durante la Super Bowl en apoyo de una organización provida.
Timothy nació contra el consejo de los médicos, que invitaron a su madre a abortar cuando estaba embarazada para evitar complicaciones -estaba siendo tratada por una infección- y por posibles daños irreversibles del feto. El aborto no se encontraba entre las opciones de Pamela Elaine, hija de un coronel del Éjercito y casada con un pastor cristiano, que rezó por la salud del pequeño.
Ahora Tim Tebow es toda una estrella en un un mundo en el que hace tiempo dejaron de sorprender los excesos por drogas, sexo o actividades criminales. Tebow, que meses atrás reconocía su intención de llegar virgen al matrimonio, ha llegado a rechazar un premio de la revista Playboy porque chocaba con sus profundas creencias.
Imitadores en medio mundo

Antes de llegar a la NFL Tebow rompió todos los récords. Pionero en la liga universitaria al anotar en la misma temporada 20 «touchdowns» de carreras y otros tantos de pase. Tebow también pasó a la historia como primer jugador en lograr el Trofeo Heisman en su segundo año en la Universidad. Premios y honores que se acumulan en su brillante palmarés, incluso un prestigioso James E. Sullivan que honra al mejor atleta amateur de cualquier disciplina en Estados Unidos y que ya lograron Mark Spitz, Michael Phelps, Michael Johnson o Carl Lewis.
Tebow fue escogido en el puesto 25 del draft. Los analistas dudaban de su capacidad para llevar un equipo de la NFL. Sus seguidores jamás lo hicieron. Cuando se confirmó su fichaje por los Broncos su camiseta pasó rápidamente a ser la más vendida del campeonato.
Racha o realidad
La discusión parece ajena al jugador. A pesar de que esta temporada se ha convertido en titular dentro y fuera del campo, Tebow se queda con el hospital que abrió su fundación en Filipinas. Ante los micrófonos habla de Dios y asegura que el cielo está reservado para los devotos cristianos. Sobre el campo, sus feos pases y pobres estadísticas sirven para remontar y ganar partidos. Milagro o no, los Broncos son el equipo de moda: en Denver se multiplican las camisetas con el «15» a la espalda. Unas con «Tebow» a la espalda, otros prefieren poner simplemente «Jesús».