El riesgo de las conmociones, Selección — 30 de abril de 2015 | 18:31

Un problema de cabeza

Los episodios de Oscar y Lewandowski multiplican las dudas sobre la actitud del fútbol europeo ante las conmociones cerebrales

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El fútbol a veces es cuestión de un instante. Un par de segundos bastan para resolver un partido y un momento de inspiración puede servir incluso para decidir toda una temporada. Ahí están la mano de Dios, la volea de Zidane, el derrumbe del Bayern de Múnich en la final de la Champions League disputada en Barcelona y otros tantos minutos para la historia. Cada segundo cuenta en un partido de fútbol, y más en los momentos decisivos que trazan una delgada línea entre la gloria y el fracaso. Por ese camino viaja ahora mismo la temporada en el fútbol europeo, que esta semana ha vuelto a demostrar que la salud de sus estrellas no se toma lo suficientemente en serio. Un problema de cabeza.

Los expertos abogan por retirar del campo a cualquier jugador ante la duda de haber sufrido una conmoción

Londres vivía el pasado domingo uno de esos partidos especiales que, a pesar de repetirse cada año, resultan imperdibles. El Chelsea visitaba al Arsenal con media Premier League en el bolsillo y con el morbo del enésimo enfrentamiento entre Mourinho y Wenger, dos entrenadores en las antípodas. Un encuentro para valientes. Como Oscar, un chico que perdió a su padre por culpa de un accidente de tráfico cuando solo tenía tres años y que con sus goles ha ayudado a aliviar la situación de su familia. Un hombre hecho a sí mismo con una enorme creatividad que todavía no ha alcanzado su techo.

El joven Oscar fue víctima de un aparatoso choque con el portero del Arsenal, David Ospina, mientras intentaba pescar un pase en profundidad. El brasileño se fue al suelo y, aunque no llegó a perder la consciencia, comenzó a realizar unos extraños movimientos antinaturales con los brazos que suelen indicar una conmoción cerebral. Ese detalle habría alarmado a cualquiera en un partido de rugby o de fútbol americano, pero no era el caso. El futbolista fue atendido por la doctora Carneiro y tras un par de minutos regresó al césped para jugar media hora más hasta el descanso. Una temeridad según los neurólogos con más experiencia en el estudio de la relación entre los golpes en la cabeza sufridos en los deportes de contacto y los daños cerebrales, para los que prima la salud por encima de todo. Incluso del propio interés del jugador.  «Es muy complicado que un jugador te diga que no se encuentra bien», explicaba hace unos meses a este medio el doctor Calero, jefe médico del Real Betis.

Los expertos coinciden en que se debe retirar del terreno de juego a todo aquel deportista susceptible de haber sufrido una conmoción cerebral. Una opinión que es doctrina desde hace tiempo en la liga de fútbol americano -NFL- pero que ya se ha extendido a FIFA, UEFA y Premier League, que el pasado verano se convertía en la primera de las grandes ligas europeas en firmar un protocolo específico para tratar las conmociones cerebrales que se produzcan durante los partidos, que deja claro que la última palabra en estos casos no es de los jugadores ni de los entrenadores sino de los médicos, los únicos capaces de discernir el riesgo para la salud del futbolista. «Si existe cualquier indicio de que un jugador pueda haber sufrido una conmoción, el futbolista debe ser retirado del campo y no se le debe permitir volver a entrar», sentencia el protocolo del fútbol inglés. En el caso de Oscar no se cumplió porque jugó más de media hora para luego ser sustituido ante el temor de que no estuviese en las mejores condiciones.

El riesgo de Lewandowski

11176449_943658305665194_1833829936_nEl episodio se repetía esta semana en la semifinal de la Copa alemana que disputaron Bayern de Múnich y Borussia Dortmund, uno de los encuentros de la temporada. A cinco minutos del final de la prórroga, con el equipo de Guardiola volcado sobre el área rival, Lewandowski intentaba rematar un balón de cabeza para poner a su equipo por delante. Sin embargo, el delantero se encontró con los puños del portero rival, que llegó tardísimo a la acción y se llevó por delante al polaco, que estuvo unos segundos tendido sobre el césped sin poder levantarse. Cuando lo hizo, se pudo ver que estaba claramente desorientado y, de hecho, cuando caminaba por la banda después de ser atendido camino de volver al terreno de juego se llevaba las manos a la cabeza una y otra vez. Las cámaras le enfocaron varias veces en los minutos finales y parecía no ser del todo consciente de lo que estaba ocurriendo. Luego, tras acabar el partido, se fue derecho al hospital donde se confirmó que había sufrido una conmoción cerebral. 

FIFA y UEFA ya permiten interrumpir cualquier partido durante tres minutos para evaluar la gravedad de cualquier golpe en la cabeza

Al igual que Oscar, Lewandowski jamás debió haber regresado al terreno de juego. Ambos corrieron el riesgo de sufrir el síndrome del segundo impacto, por el que hubiesen tenido lesiones mucho más severas en caso de sufrir otro golpe en la cabeza durante el tiempo que estuvieron de más sobre el césped. La cautela es obligatoria ante cualquier sospecha de conmoción cerebral porque ninguna puede catalogarse como leve y sus síntomas varían de persona a persona. Por eso, por ejemplo, los médicos prohibieron pilotar a Fernando Alonso en el GP de Australia tras sufrir semanas antes un golpe en la cabeza en un accidente en el circuito de Montmeló. Y no son casos aislados en el mundo del fútbol, ya que esta misma temporada ha pasado lo mismo con Thibaut Courtois y la campaña anterior lo vivió en sus carnes Hugo Lloris, que estuvo unos segundos inconsciente y luego regresó al terreno de juego, o con los casos de Álvaro Pereira y Christoph Kramer en el Mundial de Brasil 2014.

Aunque según los neurólogos el fútbol no es un deporte de riesgo extremo como sí lo pueden ser el fútbol americano o el boxeo, ya se han diagnosticado dos casos de futbolistas que sufrían Encefalopatía Traumática Crónica (CTE, por sus siglas en inglés) , una enfermedad casi invisible que magulla el cerebro a largo plazo y suele derivar años en cuadros graves de depresión, pérdida de memoria, trastornos compulsivos y deterioro de las funciones cognitivas años después de colgar las botas. Por ello la FIFA, que hasta ahora siempre había negado la relación entre los golpes en la cabeza y enfermedades neurodegenerativas, se ha puesto a trabajar para introducir protocolos similares a los que existen en otras ligas que llevan más años lidiando con el problema como la NFL. De hecho, desde septiembre en los partidos de FIFA y UEFA -incluidas competiciones como la Champions League- se debe interrumpir el partido durante tres minutos en el caso de que un jugador sea susceptible de sufrir una conmoción cerebral, una medida que intenta que los médicos dispongan de tiempo suficiente para valorar si el jugador debe o no seguir en el campo.

A la vista de los casos de Oscar y Lewandwoski las medidas no son del todo eficientes y vienen a demostrar que un gran porcentaje de deportistas que sufren una conmoción cerebral no son bien diagnosticados y regresan antes de lo debido a la actividad física, lo que entraña un problema para su propia salud. Pero también para la del fútbol de elite, que debe reaccionar y comenzar a tomarse en serio un problema que según los expertos se minusvalora. De hecho, varios neurólogos han llamado a prohibir que los menores de 14 años, cuyo cerebro todavía no está completamente formado, puedan golpear de cabeza la pelota.

Víctor Pérez

Víctor Pérez es periodista. Licenciado en Periodismo y Comunicación Audiovisual por la Universidad Carlos III, fundó en 2001 FIFA-Champions para organizar torneos internacionales online del popular videojuego de EA Sports. Desde 2003 trabaja en el desarrollo de esta web como plataforma de información deportiva, que ha llegado a tener su propia revista interactiva, radio online y foros con una comunidad de más de 10.000 miembros. Durante los últimos tres años ha trabajado en la sección de deportes del diario ABC

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