NFL · Fútbol Americano — 2 de febrero de 2015 | 7:12

Los Patriots vencen a los Seahawks en una Super Bowl memorable

Una intercepción a veinte segundos del final regala el título de la NFL al equipo de Bill Belichick y Tom Brady

Un texto de

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Pasarán los años y nadie podrá explicar el error que le costó una Super Bowl a los Seattle Seahawks en la última jugada de un duelo memorable, vibrante de principio a fin, un espectacular resumen del pasatiempo favorito de América, el fútbol americano. La batalla del desierto de Arizona se le escapó de las manos a Russell Wilson en un pase que nunca debió existir, pero que pasará a los libros de historia como aquella jugada que elevó definitivamente a Tom Brady y Bill Belichick al Olimpo del «football».

Ganaron los Patriots (28-24) para sumar su cuarto título en catorce años y corroborar que son la verdadera dinastía de la NFL. La Super Bowl de Arizona resultó el anuncio soñado para la NFL: tres horas y media de tensión, drama, espectáculo y emoción. Un guion a la altura del mejor Hitchcock que se decidió a veinte segundos del final con un inexplicable pase desde la yarda uno. El mejor colofón a una película magistral que comenzó con un protagonismo indiscutible de unos Patriots comandados por Tom «Don Perfecto» Brady, para algunos el mejor quarterback de la historia, el tipo impecable con aspecto de modelo y casado con la supermodelo Giselle Bundchen. El yerno de América.

Empate al descanso

Saltaban las alarmas en Seattle porque Brady movía con soltura las cadenas, con pases cortos pero seguros, hasta que arriesgó más de la cuenta y despertó la «Legion of Boom», la secundaria más temible del campeonato. Jeremy Lane interceptó el primer balón de la noche, aunque le salió demasiado caro ya que en su huida recibió un golpe que le dejó fuera de juego. Lo intentó entonces la ofensiva de Seattle con la bestia de su running back, Marshawn Lynch, un tren de mercancías que solo se detiene ante el cuarto quinto placaje. Aquello no pintaba bien para los Seahawks y fue a peor en el inicio del segundo cuarto con el primer touchdown de la noche, fruto de la conexión entre Tom Brady y LaFell. Pero casi más alarmante resultaban la actividad del gigante Gronkowski y del escurridizo Julian Edelman, uno de los héroes de la noche para New England.

Los vigentes campeones necesitaban un golpe de efecto que llegó con el despertar de un Russell Wilson que por fin conectó un pase profundo en un drive culminado por una estupenda carrera de Marshawn Lynch hasta la «endzone». Brady tiró de entonces repertorio para poner de nuevo por delante a los Patriots, dominadores en posesión, yardas y sensaciones en la primera mitad. Quedaban cuarenta segundos y los Seahawks se las arreglaron para anotar un importantísimo «touchdown» que devolvía el empate al marcador cuando el partido se marchaba al descanso. El partido se detuvo por unos minutos pero no lo hizo espectáculo.

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Llegó el turno de la música con una fastuosa actuación de Katy Perry, secundada por Lenny Kravitz y Missy Elliot y aderezada con vestuarios imposibles, sensacionales efectos ópticos, un león gigante, simpáticos tiburones y una gigantesca batería de fuegos artificiales. Así es la Super Bowl, un gigantesco espectáculo se mire por donde se mire, explotado hasta el milímetro como demuestran los cotizadísimos anuncios televisivos que se han convertido en otra negocio paralelo al evento deportivo.

Los Seahawks de Carroll volvieron al trabajo enchufadísimos en el tercer cuarto. New England despertó justo a tiempo para minimizar la marabunta concediendo solo un «field goal», pero las sensaciones no eran del todo buenas para el equipo de Belichick. Minutos después Brady sufría la segunda intercepción de la noche con una estupenda lectura de Bobby Wagner de un pase hacia Gronkowski. Seattle, con Lynch en modo bestia y Russell esquivando mil placajes, no perdonó el regalo y se escapó en el marcador.

Un final de película

En los minutos en los que los buenos dudan y a los mediocres les tiembla el pulso, los Patriots exhibieron músculo con dos ataques magistrales. Una lección en directo de Tom Brady que sobrepasaba al legendario Joe Montana como el quarterback con más pases de touchdown (12) en la historia de la Super Bowl. Su brazo colocó a la franquicia de Nueva Inglaterra arriba puntos a solo dos minutos del final, lo que obligaba a los Seahawks a buscar la endzone para llevarse el título.

El tramo final resultó inolvidable. Para verlo repetido cada quince días. La franquicia de Seattle llegó hasta la orilla con una bomba de Wilson que se convirtió en una recepción imposible de Jermaine Kearse: rozó el balón con sus dedos sin llegar a atraparlo, pero cuando estaba en el suelo el cuero rebotó en sus piernas y entonces sí logró apresarlo. Una jugada que a muchos les recordó aquella histórica recepción de David Tyree en la Super Bowl XLII que perdieron los Patriots ante los Giants de Eli Manning. Con esa pizca de suerte los Seahawks se plantaban en la orilla mientras los segundos corrían a toda prisa hacia el final del partido en medio de un ambiente eléctrico. Era la hora de los gigantes.

Y entonces sucedió lo inexplicable. Difícil explicar por qué el viejo zorro de Belichick no agotó un tiempo muerto para organizar su defensa en la jugada del año, pero todavía más complicado justificar la decisión de los Seahawks -asumida por el entrenador Pete Carroll, que quedará marcado para siempre- de arriesgarse a lanzar un pase en la yarda uno teniendo a uno de los mejores corredores de toda la NFL. El pase de Wilson hacia la gloria terminó en fracaso, interceptado con habilidad por el novato Malcolm Butler para borrar de un plumazo el espectacular partido de Chris Matthews. La cara de Richard Sherman era un poema.

La gloria fue directa a los Patriots que supieron resolver con diligencia la papeleta de atacar desde la yarda uno para conquistar su cuarta Super Bowl en catorce años. Tom Brady acabó con unos extraordinarios números -37 de 50 pases para 328 yardas, cuatro touchdowns y dos intercepciones- para ganar su cuarto título que le coloca al nivel de Joe Montana y Terry Bradshaw, además de llevarse por tercera ocasión el MVP como mejor jugador de la cita. Increíble también lo del estratega Belichick que ya es junto a junto a Chuck Noll el único entrenador que ha levantado cuatro veces el campeonato de la NFL. Números que hablan de la proeza de unos Patriots elevados a leyendas en el desierto de Arizona, allí donde los Seahawks siempre recordarán que perdieron uno de los partidos más épicos de todos los tiempos.

Víctor Pérez

Víctor Pérez es periodista. Licenciado en Periodismo y Comunicación Audiovisual por la Universidad Carlos III, fundó en 2001 FIFA-Champions para organizar torneos internacionales online del popular videojuego de EA Sports. Desde 2003 trabaja en el desarrollo de esta web como plataforma de información deportiva, que ha llegado a tener su propia revista interactiva, radio online y foros con una comunidad de más de 10.000 miembros. Durante los últimos tres años ha trabajado en la sección de deportes del diario ABC

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